El juicio por la extradición de Julian Assange a Estados Unidos empezó este lunes en medio de la lluvia, el frío y las protestas de activistas en las puertas de la corte de Woolwich, en el sur de Londres, junto a la prisión de Belmarsh, donde está encerrado el fundador del portal de filtraciones Wikileaks desde hace 10 meses. En el primer día de la vista, la acusación argumentó que Assange dañó los intereses de seguridad nacionales y estratégicos.

También dijo que puso en riesgo la vida de individuos al exponer el nombre de disidentes, periodistas e informantes en países con regímenes opresores. Me gustaría recordar a sus señorías que pasaban información sobre regímenes como Irán y organizaciones como Al-Qaeda, declaró James Lewis, uno de los letrados que representa a la administración norteamericana, y ha recordado que el periodismo no es una excusa para vulnerar la ley.

Assange es requerido por Estados Unidos por 18 delitos relacionados con la piratería y el espionaje por la publicación de cientos de miles de cables y documentos confidenciales del Pentágono en los años 2009 y 2010 en Wikileaks que exponían las malas praxis de los soldados estadounidenses en las guerras de Irak y Afganistán. Lo acusan de trabajar junto con la exsoldado Chelsea Manning, que fue quien filtró toda la información secreta.

¿Espía universal?

Assange se enfrenta a 175 años de cárcel en EEUU. Es incomprensible porque si le aplicas la ley de espionaje a una persona es porque espía en favor de algo o de alguien, pero Assange lo que hace es recibe y difunde, ¿espía para toda la humanidad?, declaró el juez Baltasar Garzón, director del equipo legal internacional de Assange, fuera de la sala segunda, donde se celebraba la vista.

Y continuó diciendo: Es gravísimo porque lo que está buscando Estados Unidos es blindar el sistema de inteligencia frente a cualquier posibilidad de que un periodista difunda y, si esa tesis triunfa, ¿quién se va a atrever a publicar documentos que un Gobierno declare clasificados?. La defensa considera que se trata de un juicio político.

En la sala, Assange comparecía afeitado, sin la barba que lucía cuando fue entregado por el Gobierno ecuatoriano a la policía británica después de siete años asilado en su embajada londinense. Comparecía aseado, con una camisa blanca y jersey y traje grises, y trataba de escuchar detrás de la cristalera las palabras de la jueza y de la acusación. Pero había problemas de sonido y no resultaba fácil. Lo siento, pero no he escuchado bien lo que ha dicho, interpelaba Assange a la jueza.

Detención arbitraria

Entre la veintena de personas que pudieron asistir como público, en la grada del piso de arriba, enfrente de él, estaban su padre, John Shipton, y su hijo Daniel. Antes de entrar, John Shipton había declarado ante los medios: Esta es la culminación de una opresión política de 10 años contra mi hijo y contra el periodismo. Y denunció la detención arbitraria y tortura. Assange ya cumplió la condena por haber violado la libertad condicional en 2012 para evitar ser extraditado a Suecia, donde era requerido por violación. Pero sigue en una celda de confinamiento.

Por su parte, Kristinn Hrafnsson, el editor jefe de Wikileaks, denunció el hecho de que el primer día del juicio, el de mayor exposición mediática, se dedicara principalmente a la exposición de la acusación. Es difícil hablar de transparencia en este juicio, dijo. El juicio durará toda la semana. Luego se aplazará hasta el 18 de mayo y el veredicto se conocerá en junio.

Cánticos de apoyo

Desde la sala, Assange podía oír los gritos y cánticos de aliento de los centenares de ciudadanos que se habían congregado en el exterior para solidarizarse. Hay unas 20 tiendas de campaña entre el barro y la hierba. Solo pedimos justicia, explica Tom, un australiano de 60 años en la primera tienda. Los gobiernos de EEUU, Ecuador, Suecia y Reino Unido cooperan entre ellos con el único objetivo de quitar de en medio a Assange para el resto de su vida, añade.

Otra mujer afirma que no existe tal cosa llamada justicia británica y recuerda que el marido de la jueza es el conservador Lordn Arbuthnot, directivo de BAE Systems, el principal fabricante de armamento británico, expuesto también por las filtraciones de Wikileaks. Entre los manifestantes hay también un centenar de chalecos amarillos recién llegados de París. No puedo oír bien porque hacen mucho ruido fuera, pero les agradezco el apoyo, dijo Assange a la jueza.