Los 400 millones que ha invertido de momento en publicidad han permitido a Michael Bloomberg hasta este miércoles presentar sin réplica directa su defensa de su candidatura para la nominación demócrata para las elecciones presidenciales de Estados Unidos. El cuerpo a cuerpo es otra cosa. Y el milmillonario empresario y exalcalde de Nueva York ha salido malparado de un brutal debate en Las Vegas tres días antes de los caucus de Nevada en los que no participa. Bloomberg se ha saltado las primeras cuatro citas de caucus y primarias y no estará en las votaciones hasta el supermartes del 3 marzo, cuando deciden 15 estados y territorios.

Bloomberg ha sido martilleado con fuego constante por muchos de los puntos negros que sus anuncios obviamente no presentan: desde las marcadas trazas de racismo de la táctica policial de parar y cachear con que su administración trató de combatir el crimen en Nueva York pero que afectó desproporcionadamente a negros y latinos, hasta las sombras de acoso y discriminación sexual que salpican su historial empresarial y el sexismo de algunas de sus palabras. También, por la acusación de estar con sus millones intentando comprar la nominación y escondiéndose detrás de los anuncios.

Meros diez segundos ha tardado el senador Bernie Sanders, que lidera el campo demócrata y como favorito también ha sido diana de ataques en las dos horas de debate , en apuntar a que el legado del parar y cachear, imposibilita a Bloomberg a ampliar la base de votantes de minorías que necesita el partido para derrotar a Donald Trump. Y aunque Bloomberg ha tratado de decir que se ha disculpado y pedido perdón y ha reconocido que se paró a demasiada gente y la táctica se descontroló, ha engañado cuando ha dicho que dio marcha atrás táctica al descubrir que estaban parando a demasiada gente. En realidad lo hizo porque se lo ordenó un tribunal. Y trató de combatir esa orden judicial.

WARREN, IMPLACABLE

Si alguien ha sido implacable con Bloomberg ha sido la senadora Elizabeth Warren, que se niega a tirar la toalla aunque su candidatura progresista, prometedora hace solo un par de meses, ha ido perdiendo fuerza ante la de Sanders y tras flojos resultados en las citas de Iowa y Nuevo Hampshire. Su vibrante actuación en el debate de este miércoles, en el que también ha atacado a candidatos moderados como Pete Buttigieg y Amy Klobuchar y no ha contenido como otras veces críticas a Sanders, puede haber estar impulsada por la urgencia de mantenerse en liza pero sin duda sirve para recordar que puede ser equivocado descartarla. Solo hablarán las urnas pero su campaña ya presumía por la noche de haber batido marcas de recaudación de fondos tras la primera hora.

Quiero hablar de contra quien nos presentamos. Un milmillonario que llama a mujeres gordas y lesbianas con cara de caballo. Y no, no hablo de Donald Trump. Hablo del alcalde Bloomberg, ha dicho Warren. Los demócratas no vamos a ganar si tenemos un nominado con una historia de esconder sus declaraciones de impuestos, acoso de mujeres y apoyo de políticas racistas como el redlining (negar hipotecas a minorías) y parar y cachear. Apoyo a quien sea el nominado pero entiendan esto, ha continuado: los demócratas corremos un enorme riesgo si sustituimos a un arrogante milmillonario por otro.

Warren, dura en las cuestiones raciales con Bloomberg, ha sido especialmente afilada y acertada al señalarle por las demandas de acoso sexual y discriminación de género que ha enfrentado y, sobre todo, por los acuerdos de confidencialidad que acompañan a la resolución de esas demandas. Mientras el empresario defendía su historial de contratación de mujeres para puestos de responsabilidad, llegaba a minimizar las demandas con un quizá hice una broma que no gustó y trataba de justificar que las mujeres han decidido voluntariamente mantener silencio, la senadora le ha presionado. Ha ironizado su respuesta como he sido agradable con algunas mujeres y ha intentado que diga cuántas demandas exactamente ha enfrentado y que se comprometa públicamente a liberarles de los acuerdos, petición a la que se ha sumado alzando la voz el exvicepresidente Joe Biden. Bloomberg no ha hecho ni una cosa ni la otra.

SANDERS, FAVORITO EN LA DIANA

El debate en Las Vegas también ha recordado los reparos que sigue despertando en muchos en el partido Sanders, especialmente en el aparato y el ala moderada. Y han sido sobre todo Pete Buttigieg y Bloomberg quienes han tratado de plantear la candidatura del triunfador en Nuevo Hampshire como un giro radical a la izquierda peligroso. El que fue hasta hace poco fue alcalde de South Bend (Indiana) ha dicho que no deberíamos tener que elegir entre un candidato que quiere quemar este partido, en referencia a Sanders, y otro que quiere comprarlo, por Bloomberg, y el exalcalde neoyorquino ha sugerido que el senador trata de imponer el comunismo, un ataque al que Sanders ha contestado en un encendido enfrentamiento recordándole lo que es la socialdemocracia.

A Sanders, en el atolladero porque su campaña hubiera comparado su ataque cardíaco con los stents que también se implantó Bloomberg (una mención que el senador ha hecho en el debate), también le ha asaltado Buttigieg por sus reticencias a hacer públicos sus informes médicos tras el infarto. Y ha sido cuestionado por la agresividad contra otros candidatos de algunos de quienes les apoyan, ante lo que Sanders ha defendido que son una minoría de solo un 0,1% y ha dicho renegar de ellos. No son parte de nuestro movimiento, ha sentenciado el senador, que pese a las críticas desde varios flancos posiblemente sale ileso en lo que se refiere a su posición como favorito.

BUTTIGIEG Y KLOBUCHAR

Si Warren ha demostrado con fuerza su pulso peor les ha salido el debate a los moderados Buttigieg y Klobuchar, que se han sumergido en un enfrentamiento que deja en evidencia su pugna por hacerse con el voto moderado en una lucha a tres bandas que aún incluye a Biden, cuya candidatura plantea interrogantes de supervivencia pero que aun así va por delante en las encuestas en Nevada y Carolina del Sur, los estados de votaciones inminentes.

Con descarada agresividad, Buttigieg ha apuntado a la senadora Klobuchar, que recientemente fue incapaz de mencionar el nombre del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, algo que ha justificado como un olvido momentáneo. Buttigieg le ha acusado de no ser capaz de decir literalmente lo primero sobre la política del país en nuestro sur cuando todos los comités en los que sirve en el Senado trabajan con cuestiones relacionadas con México, tratando de hacer mella en una candidatura basada en la experiencia en Washington. Klobuchar ha replicado: ¿Intentas decir que soy tonta o te estás burlando de mí, Pete?

Para celebrarse en Nevada, el primer estado de las primarias donde la población refleja mejor la diversidad del país y donde votos como el latino son vitales, un debate que ha vuelto a plantear distintas propuestas en temas como la cobertura sanitaria ha pasado de puntillas, una vez más, por otros como la inmigración. Es un silencio que indigna a grupos de activistas y varios de ellos han interrumpido justamente el minuto final de Biden con gritos denunciando las deportaciones de tres millones de inmigrantes durante el mandato de Barack Obama, cuando él ocupaba la vicepresidencia.