Al son de una gaita, con gran jolgorio y blandiendo una bandera de la Union Jack. Así se despidió ayer la delegación del Partido del Brexit del Parlamento Europeo en Bruselas. La alegría de este grupo contrastó con un día eminentemente triste en la capital europea.

Más de una veintena de eurodiputados, que formaban parte hasta ayer de la delegación británica más numerosa, marcharon tras un gaitero vestido con la indumentaria tradicional escocesa y dieron una breve vuelta a la plaza frente al edificio del Parlamento antes de irse en taxis a la estación de tren de la que parte el Eurostar con destino a Londres.

«Hoy celebramos el inicio de nuestra independencia, nuestra habilidad para controlar nuestras propias leyes, nuestros propios acuerdos de comercio y nuestras propias fronteras», dijo a los periodistas la eurodiputada Ann Widdecombe. «Nuestro trabajo ha finalizado. ¡Adiós! No volveremos más», añadió. El gran ausente de esta performance fue el líder del partido y principal adalid de la salida del Reino Unido de la UE, Nigel Farage, quien recogió sus bártulos el miércoles y abandonó Bruselas tras la ratificación en la Eurocámara del acuerdo de retirada.

La alegría de los diputados brexiters contrastó con los abrazos y las lágrimas que compartieron los europarlamentarios británicos contrarios al divorcio con sus colegas del resto del continente. El momento más emotivo fue el miércoles, cuando tras el voto del acuerdo en el hemiciclo la mayoría de los electos entonaron el himno de las despedidas, el Auld Lang Syne, una canción tradicional escocesa basada en un poema escrito en 1788 por el poeta Robert Burns.

Farage estuvo en la Plaza del Parlamento, adornada con banderas de la Union Jack, arengando a sus tropas, después de hacerse la obligada foto en un pub con la pinta de cerveza. El alcohol, afortunadamente, estaba prohibido en la concentración de Wesminster. Ni los miembros del Partido Conservador más euroescépticos quisieron saber nada de él.

La elite del brexit andaba degustando exquisitos vinos espumosos ingleses con el primer ministro en Downing Street. Una recepción ofrecida por Johnson a asesores, funcionarios y otro personal involucrado en las negociaciones con Bruselas y en la campaña en el referéndum a favor de la salida. Mientras disfrutaban del ágape, fuera, un reloj proyectado sobre la entrada de la residencia oficial fue marcando la cuenta atrás hasta las 23.00, el momento del adiós a Europa.