El entierro del general iraní Qasem Soleimani asesinado el viernes pasado en un ataque estadounidense en Irak, acabó ayer en tragedia. Más de 50 personas murieron y al menos 212 resultaron heridas como consecuencia de una estampida en el cortejo fúnebre en Kerman, la ciudad natal de Soleimaní, según un balance del jefe del instituto médico-legal de la población, Abás Amian, citado por medios iranís.

La desgracia -cuyas causas exactas, más allá de la estampida en la plaza principal de Kerman, se desconocen-, obligó a a retrasar unas horas el entierro en una sección del cementerio de la ciudad donde ya descansan otras personas consideradas mártires por la República Islámica. Amian, citado por la agencia Tasnim, informó de que están identificando a las 50 víctimas mortales y de que los decesos han sido por asfixia. Vídeos que circulan en las redes sociales muestran situaciones de caos y pánico y personas tendidas en el suelo pisoteadas a las que otros ciudadanos intentan reanimar con primeros auxilios.

Mujeres, hombres, ancianos y niños se encuentran entre las víctimas de Kerman, cuyos hospitales fueron puestos en máxima alerta y adonde se trasladó el ministro de Sanidad, Said Namakí, para supervisar las labores de emergencia.

Los asistentes a las exequias, con fotografías de Soleimani y banderas iranís, clamaron venganza contra EEUU, entre gritos y llantos. En un discurso ante la multitud, el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, Hosein Salamí, volvió a proferir consignas contra Washington y prometió una venganza «dura y decisiva». Salamí glosó la figura de Soleimaní, al que definió como «valiente y leal» y cuya influencia dijo, va «más allá de las fronteras de Irán y el mundo islámico».

EL «ERROR DEL ENEMIGO»

Salamí advirtió de que la respuesta de Irán será de tal magnitud que «el enemigo lamentará su error» y vaticinó que pronto expulsarán a las fuerzas estadounidenses de Oriente Medio. Por su parte, Ali Shamjaní, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, señaló que Teherán está considerando 13 «posibles escenarios de venganza», según ha indicado la agencia iraní Fars. «Incluso la opción más leve comportará una pesadilla histórica para los americanos», dijo.

A pesar de la retórica, varios analistas consideran que Irán prefiere evitar un conflicto convencional con EEUU y se va a concentrar más en llevar a cabo ataques como sabotajes o pequeñas intervenciones a través de los grupos de influencia que tiene en Oriente Medio.

El presidente de EEUU, Donald Trump, aseguró que su país atacaría 52 objetivos iranís e incluso habló de bombardear patrimonio cultural si Teherán lanzaba ataques de represalia.

El Parlamento iraní aprobó ayer por unanimidad una moción denominada «dura venganza» que califica al Pentágono y al Ejército de EEUU como «fuerzas terroristas», y que ya fue ratificada por el Consejo de Guardianes.

Se trata de una modificación de un proyecto de ley previamente ratificado que declaró al pasado abril al Comando Central de EEUU (Centcom) como «organización terrorista», en reciprocidad a la misma designación hecha por Washington contra la Guardia Revolucionaria.

El presidente del Parlamento, Alí Lariyaní, explicó que con la medida la Cámara declara que «todos los miembros del Pentágono, comandantes, agentes y responsables del martirio del general Soleimaní son identificados como fuerzas terroristas». En la sesión, al fin de la cual los diputados gritaron «Muerte a EEUU», se decidió dedicar 200 millones de euros a la Guardia Revolucionaria para reforzar este cuerpo militar de élite. Dirigiéndose a Trump, Lariyaní afirmó que «saboreará el castigo de este cruel acto con el que ha puesto en peligro la seguridad de la región y por el que debe rendir cuentas».

En Irak, el Parlamento, dominado por grupos musulmanes chiís, aprobó el domingo una resolución que llama a las tropas extranjeras a retirarse del país. Medios de comunicación como la agencia Reuters informaron de que el Ejército estadounidense mandó una carta a las autoridades iraquís para informarlas de que los americanos preparaban ya su retirada, extremo que luego negó el Pentágono. En Irak áun quedan 5.000 soldados estadounidenses.