El primer ministro israelí en funciones, Binyamín Netanyahu, puso a prueba ayer el liderazgo que ostenta desde hace 14 años consecutivos -en total, dos décadas, con un paréntesis de seis años-en su partido, el Likud, el principal de la derecha israelí. Y la jugada le salió redonda. Netanyahu se impuso en las primarias con el 72,5% de los votos de los militantes al único candidato que se atrevió a desafiarle, el diputado y exministro de Educación Gideon Saar, que logró el 27,5%, según informó el Likud, que situó la participación en el 49%.

Ningún analista esperaba que el rey Bibi -como se conoce a Netanyahu popularmente- perdiera, a pesar de estar acusado desde noviembre por la Fiscalía General del Estado de fraude, cohecho y abuso de confianza por tres casos de corrupción.

El primer ministro elogió su «enorme victoria» y prometió «llevar al Likud a un amplio triunfo en las próximas elecciones (generales del 2 de marzo) y seguir llevando a Israel a éxitos sin precedentes». Antes de que se hicieran públicos estos resultados, Saar admitió su derrota, llamó a Netanyahu para felicitarlo y pidió a sus seguidores que apoyen al primer ministro de cara a los comicios generales, los terceros que celebrará Israel en 11 meses.

POCA MOVILIZACIÓN

Los analistas consideraban que lo importante era el porcentaje de votos que lograría cada candidato. Si el primer ministro se imponía a Saar por un margen estrecho, su autoridad hubiera quedado en entredicho y habría mostrado una división interna en el partido. La baja participación (menos de la mitad de los 116.048 militantes), no obstante, matiza la victoria de Netanyahu, que no movilizó al partido masivamente.

El Likud no celebraba primarias desde el 2014, cuando Netanyahu obtuvo el 70% de los apoyos frente al 19% que consiguió el ahora embajador de Israel ante la ONU, Danny Danon. En el 2016 las primarias se cancelaron a falta de un contrincante para el primer ministro. Se calculaba que Saar podría superar el 30%, pero aunque no lo ha logrado, ha roto en parte con la imagen de que el Likud es solo Netanyahu. A pesar de estar seguro de su victoria, Netanyahu hizo ayer un llamamiento a sus «hermanos y hermanas» a desafiar las inclemencias de un día de lluvia e ir a votar. A las siete de la tarde, solo había participado el 30% del electorado.

Netanyahu pidió una oportunidad para presentarse al frente del Likud a las elecciones del próximo 2 de marzo. El primer ministro israelí fracasó en el intento de formar un gobierno de derechas con el bloque de partidos religiosos y de ultraderecha, y uno de unidad con sus rivales de la coalición de centroderecha Azul y Blanco.

El problema para pactar la segunda opción fueron sus acusaciones por corrupción. Azul y Blanco no quiere un Gobierno con un primer ministro inculpado. En cambio, llegaría a un acuerdo con Saar y esta era la principal baza que vendía a los militantes porque, en cuanto a ideología, está en la línea de Netanyahu.