El Reino Unido ya vuela directo y sin escalas al brexit. Boris Johnson lo ha conseguido. El primer ministro británico, con un Parlamento de mayoría conservadoras rendido a sus pies, va a poder hacer y deshacer a su antojo, sin que nadie le roce siquiera. La catástrofe electoral sufrida por los laboristas de Jeremy Corbyn le ha asfaltado la pista de despegue. Johnson se ha convertido en el gran líder, el arquitecto del futuro Reino Unido fuera de la Unión Europea.

Las elecciones del jueves han puesto punto y final a tres años de enorme incertidumbre política, lo que no quiere decir que el trayecto que viene no esté exento de minas. Negociar con la UE la nueva relación comercial no va ser fácil ni rápido para Johnson y tampoco lidiar con los independentistas escoceses, los otros grandes triunfadores de la noche electoral.

Una mayoría muy amplia

Lo de Johnson ha sido una proeza. Ha superado en 39 escaños la mayoría absoluta en Westminster, un margen lo suficientemente amplio como para desactivar cualquier rebelión interna que pueda producirse en los cinco años de mandato que empieza si no cumple con las enormes expectativas creadas y por las que le han votado más de 14 millones de británicos.

Get Brexit Done (cumplir ya de una vez con el brèxit) ha sido la máxima de su partido para estos comicios, situandoque la salida de la UE como tema estrella de la campaña electoral. "El brexit es una indiscutible decisión del pueblo británico, ha dicho poco después de conocer los resultados. Una cruel realidad para todos aquellos que tenían la esperanza de un segundo referéndum. Ahora sí que no hay marcha atrás.

El primer ministro no va a tener problemas para que el Parlamento británico ratifique en las próximas semanas el acuerdo de retirada al que llegó con Bruselas y que, ante la falta entonces de apoyo suficiente, le forzó a adelantar las elecciones y a apostar su futuro político a una carta. La fecha de salida ya está fijada, el 31 de enero.

Nueva negociación

A partir de entones, Johnson tiene un plazo de 11 meses para negociar la futura relación comercial con la UE, un plazo prorrogable. En todo caso el premier ya dejó claro en su día que no va a ser necesario. Paralelamente, tendrá que negociar también acuerdos con el resto del mundo, aunque de antemano ya cuenta con el apoyo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el que ha hecho muy buenas migas y quien ya le ha ofrecido un "gran" acuerdo comercial.

Sin duda la negociación con la UE será dura. El líder conservador británico luchará para que sea del todo beneficioso para el Reino Unido. El apoyo electoral que ha conseguido le va a permitir sacar pecho ante el club de Bruselas. Pocos son los líderes europeos actuales que puedan gallardear de un éxito electoral como el del premier, el primero de estas dimensiones en el Reino Unido desde 1987, con Margaret Thatcher.

Bruselas ha saludado la elección del brexiter y, a pesar del embrollo que supone la marcha del Reino Unido, respira tranquila porque al menos ya hay un camino claro trazado. Habrá que ver como se resuelve finalmente el problema de la frontera entre dos irlandas, el principal escollo que ha bombardeado cualquier acuerdo hasta ahora. Los mercados internacionales respondieron con euforia, como no podía de otra manera, a la victoria del dirigente conservador y la libra se revalorizó con respecto al dólar y al euro.

El hundimiento laborista

La otra cara de la moneda de las elecciones son los laboristas, completamente hundidos. Lo más doloroso es como el Partido Conservador ha logrado dinamitar el llamado muro rojo, la zona tradicionalmente de la fuerza política del Corbyn, básicamente la zona industrial del norte de Inglaterra y las Tierras Medias (Midlands). Una parte importante de la clase obrera de esta área ha acabado votando, más que por el Partido Conservador, por el brexit, como hicieron en el referéndum del 2016.

Sin duda, la impopularidad del líder laborista, Jeremy Corbyn, siempre ambiguo en este tema, también ha tenido mucho que ver. Quedan lejos aquellos años dorados del laborismo donde el voto al partido de izquierda británico era tan fiel que corría el dicho que aunque fuera un burro el que llevara colgando la escarapela roja, símbolo del Partido Laborista, los militantes del partido votarían por él. El resultado de los laboristas ha sido el peor registro desde 1935.

Factor desestabilizador

Pero si los laboristas han dejado de ser una amenaza para los planes de Johnson, no así los independentistas escoceses de la ministra principal Nicola Sturgeon, que han logrado hacerse con una gran victoria en el territorio de la frontera norte de Gran Bretaña. Defensores de la secesión del Reino Unido y partidarios de formar parte de la UE, prometen acosar el próximo Gobierno de Londres para arrancarles un segundo referéndum de independencia, lo que, sin duda, se convertirá en un factor desestabilizador, ya que Johnson se niega en rotundidad.

El brexit se ha llevado por delante a dos primeros ministro británicos en tres años, los dos conservadores. David Cameron, impulsor del referéndum que creyó ganar con holgura y acabó perdiendo, y Theresa May, incapaz de resolver el embrollo, entre otras cosas por los motines que sufrió en el seno del partido, entre cuyos líderes estaba Johnson.

El gran triunfador de estas elecciones ha prometido un "gobierno del pueblo". "Trabajaré día y noche para demostrar que vuestro voto ha sido acertado y para que me sigáis apoyando en el futuro", ha dicho. Le espera un vuelo no exento de turbulencias.