El día 3 de abril, Óscar Martínez, su mujer Tania Ávalos y su hija Angie Valeria, de 23 meses, abandonaron su país -El Salvador- sin visado ni maletas, con el objetivo de un futuro en Estados Unidos, lejos de la violencia y la pobreza. Los jóvenes padres -como los otros 200 salvadoreños que dejaron sus hogares ese mismo día- estaban cansados de la miseria y las bandas criminales que aterrorizaban su vecindario. El salvadoreño dejó su trabajo como cocinero en una pizzeria de San Salvador, "tenía el sueño americano de lograr una vida mejor", relata su madre, Rosa Ramírez. Nunca llegaron a su destino. Tras un viaje de 3.200 kilómetros, las peligrosas aguas de río Bravo -frontera natural entre México y EEUU- truncaron sus esperanzas.

Tania o 'Sequito', de 21 años, como la llamaba cariñosamente Óscar, presenció como la fuerza del agua de río Bravo arrastraba el pasado domingo a su marido y a su bebé. La madre de la niña narró al diario mexicano La Jornada como Óscar cruzó el río cargando a Valeria, tras dejarla en la orilla volvió para ayudarla, pero en ese momento la niña se lanzó jugando al agua y su padre regresó a sujetarla, pero la corriente los arrastró.

Sus cuerpos fueron hallados el lunes 24 en la orilla del río, a unos kilómetros del puente internacional de Matamoros que une la ciudad mexicana con Brownsville (Texas). La imagen es sobrecogedora. El padre yace boca abajo y debajo de su camiseta negra se esconde su hija Valeria, que le pasa su pequeño brazo por el cuello, como si estuvieran abrazándose para protegerse de la corriente y el lodo. La fotografía se ha convertido en un símbolo de la tragedia de la migración ilegal a EEUU. Un drama diario que padecen miles de migrantes centroamericanos que huyen de sus países arriesgando sus vidas y terminan -en la mayoría de los casos- topándose con los muros de la burocracia.

"LA NIÑA ERA SU MUNDO"

"Desde la primera vez que él me hizo el comentario que se querían ir, yo les decía que no se fueran, que no tomaran esa decisión", lamenta la abuela de la niña, que aseguira que tenía un "presentimiento feo" del viaje que estaba emprendiendo su hijo. Pero sus súplicas no frenaron los planes del pizzero, que estaba decidido en darle una vida mejor Valeria "su mundo". "Mi hijo me decía que soñaba con que Valeria creciera en EEUU, lejos de la pobreza, quería comprar una casa para su familia, ha dicho Rosa a la agencia AFP, desde su casa en una peligrosa colonia en la periferia de la capital salvadoreña, donde vivía toda la familia.

DOS MESES ESPERANDO EL ASILO

Las políticas de fronteras cada vez más duras del presidente estadounidense, Donald Trump, contra la inmigración ha llevado a que cada vez más migrantes decidan arriesgar sus vidas tomando rutas más peligrosas. Las semanas de espera para conseguir el asilo provocan la desesperación de los migrantes que terminan cruzando el río Bravo en precarias balsas o a nado. Como la familia Martínez, que pasó dos meses esperando la oportunidad de conseguir los papeles ante las autoridades estadounidenses.

La joven familia cruzó primero a Guatemala hasta llegar al río Suchiate, que delimita la frontera con México. Se quedaron cerca de varias semanas en una localidad cerca de Tapachula en Chiapas, al sur del país, esperando el momento de reclamar un permiso migratorio. Según la viuda y madre de Valeria, habían logrado obtener una visa humanitaria para estar en México hasta conseguir la visa de asilo estadounidense. Con los papeles en el bolsillo, la familia decidió recorrer los 1.800 kilómetros hasta la frontera con EEUU. Allí querían solicitar el asilo, pero la oficina estaba cerrada y se encontraron con más de 200 personas en su misma situación. Tras comer y superar la fatiga del periplo, aburmados por la espera y las altas temeraturas, decidieron cruzar el río ilegalmente.

Carlos Alberto, el hermano mayor de Óscar que vive en EEUU, esperaba darles la bienvenida y ayudarlos a su llegada. "No corras el riesgo de cruzar el río con una niña, es muy peligroso, ese río es mortal", recuerda decirle a su hermano y lamenta que no escuchara sus consejos de seguir la ruta legal y pedir asilo. "Ellos decían que tenían miedo por cómo se estaba poniendo la situación con los migrantes ante las presiones de Trump", ha dicho la hermana de Óscar, que habló con su hermano un día antes de su muerte a través de Facebook, al diario Animal Político.

FRONTERA INHUMANA

Si bien río Bravo parece tranquilo y apenas tiene dos metrosy medio de profundidad, las corrientes "son muy peligrosas y hay muchos remolinos en el fondo y muchas ramas", ha explicado Humerto Salazar, jefe de protección civil de la zona.

En el 2018, al menos 283 migrantes murieron a lo largo de la frontera, 96 personas fallecieron en su paso por el río, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. Una crisis humanitaria que se agrava cada día. La ministra salvadoreña de Asuntos Exteriores, Alexandra Hill, ha pedido a los ciudadanos del país que no arriesguen sus vidas: "como madre, como funcionaria y especialmente como salvadoreña yo le quisiera implorar a todos y cada uno de nuestros hermanos que están pensando en migrar irregularmente que no lo hagan.

Ante la falta de recursos, el primo de Óscar, Enrique Gómez, solicitó ayuda en Twitter para repatriar sus cuerpos. Tras la petición, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha informado de que pagará todos los gastos de repatración del cadáver del joven y su hija.

Cada día cientos de centroamericanos abandonan sus hogares y se aventuran a realizar el viaje hasta la frontera estadounidense. "Sus muertes representan un fracaso en la respuesta a la violencia y la desesperación que empuja a las personas a emprender viajes peligrosos en busca de una vida digna y segura", ha denunciado Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Esto se complica por "la ausencia de vías seguras para que las personas busquen protección, dejándolas sin otra opción que arriesgar sus vidas", ha agregado Grandi.