La guerra civil en Yemen, que dura más de tres años, ha dejado sin colegio a dos millones de niños yemeníes, bien por los daños causados en los centros educativos, bien por el clima de violencia. Adel al Shorgaby, un profesor de Taiz, ha decidido abrir las puertas de su casa a los niños de la ciudad para que puedan seguir con sus estudios.

"Todos los colegios han cerrado y teníamos el problema de que nuestros niños estaban en las calles", ha contado a Reuters. Ahora, los menores hacen cola a las puertas de su casa. Unos 700 acuden todos los días para ir a clase.

Al Shorgaby decidió reconvertir su casa en colegio nada más estallar el conflicto armado porque no tenía a dónde enviar a sus propios hijos. Solo durante el primer año, recibió 500 solicitudes de alumnos de entre 6 y 15 años para continuar sus estudios. "Era mi obligación nacional y humanitaria hacia mis vecinos", ha sostenido.

SENTADOS EN EL SUELO

Las instalaciones son muy básicas. La casa tiene paredes desnudas y ventanas rotas a causa de las hostilidades. Unas cortinas sirven para separar los distintos espacios. Los alumnos se sientan en el suelo y comparten todo el material, que procede de donaciones.

Al Shorgaby cuenta con la ayuda de profesores voluntarios que imparten matemáticas, ciencias e inglés. El currículum escolar que siguen es el previo a la guerra.

MUCHOS QUEDAN FUERA

A pesar de los esfuerzos de Al Shorgaby y sus colegas, muchos niños siguen fuera de las aulas. "Vine a registrar (a mi hijo) en el colegio pero me dijeron que ya había muchos alumnos y lo rechazaron", ha lamentado la madre de Shebab Mohamed Hazzá.

La única opción para los niños expulsados del sistema público o de iniciativas como la de Al Shorgaby son colegios privados que cuestan hasta 100.000 riales yemeníes (unos 350 dólares) al año, una cantidad enorme para el que ya era el país más pobre del Golfo antes de la guerra.