La realidad estadounidense se parece cada día más a una oscura novela distópica de tribus enfrentadas, perturbados que ventilan sus obsesiones a sangre y fuego y un presidente que alimenta el resentimiento con su retórica incendiaria. Tras una semana marcada por la oleada de paquetes bomba enviados a destacadas figuras demócratas y críticos de Donald Trump, el terror sigue marcando la agenda. El objetivo esta vez ha sido una sinagoga de Pittsburgh (Pensilvania). En pleno servicio del Sabbath, un hombre fuertemente armado ha irrumpido en el templo y ha matado a 11 personas, según han confirmado las autoridades. Hay también seis heridos, entre ellos, tres de los policías que acudieron a rescatar a los feligreses.

Todo hace indicar que se trata de un crimen antisemita. Diversas fuentes sostienen que el asaltante disparó mientras gritaba “todos los judíos tienen que morir”. La policía lo ha identificado como Robert Bowers, un hombre de 46 años residente en Pittsburgh y activo en diversos foros de la extrema derecha racista, donde dejó un rastro de comentarios contra judíos, inmigrantes y refugiados. Bowers entró en la sinagoga Tree of Life poco antes de las 10 de la mañana armado con un rifle semiautomático AK-47 y dos pistolas. Tras sembar de muerte el edificio y atrincherarse en una de las habitaciones, acabó entregándose a la policía. Tree of Life acoge a tres congregaciones y está situada en el barrio de Squirrel Hill, el centro de la vida judía en la Ciudad del Acero.

Guardas armados

“Es una escena del crimen horrenda, una de las peores que he visto y eso que he estado en varios accidentes aéreos”, ha afirmado a los medios el director de Seguridad Pública de Pittsburgh, Wendell Hissrich. Este último suceso llega a menos de dos semanas de las elecciones legislativas. Los incidentes violentos de la última semana han desplazado a la política como elemento central de la campaña, un factor de consecuencias todavía imprevisibles en el cálculo de los votantes. “Es verdaderamente terrible lo que está pasando con el odio en este país y, francamente, en todo el mundo”, ha dicho Trump. “Hay que hacer algo”.

El presidente ha señalado que el crimen quizás se podría haber evitado de haber guardas armados a las puertas de la sinagoga y ha abogado por imponer de forma automática la pena de muerte para los individuos que cometen esta clase de crímenes. “La pena de muerte se tiene que poner nuevamente de moda”, ha dicho el republicano. Muchos en EEUU creen que Trump ha alentado a neonazis y supremacistas blancos desde que está en el poder. Ya sea por abanderar su retórica respecto a los inmigrantes o por la equivalencia que estableció entre los neonazis que marcharon en Charlottesville en 2017 y los grupos que protestaron contra ellos.

Redes sociales

Bowers era un antisemita rabioso y en las redes sociales sugirió que iba a hacer algo gordo tras condenar a una oenegé judío-estadounidense que ayuda a los refugiados. “A HIAS le gusta traer a invasores que matan a nuestra gente. No puedo quedarme parado mientras se masacra a nuestra gente. Voy para dentro”, escribió dos horas antes de entrar en la sinagoga. De acuerdo con la Liga Antidifamación, los ataques antisemitas en EEUU aumentaron el año pasado un 57% para alcanzar la peor cifra desde 1994. Casi 2.000 incidentes que incluyen agresiones físicas, acoso, vandalismo o ataques a instituciones judías.