Cinco días después del anuncio del histórico acuerdo entre la Iglesia católica y las autoridades chinas sobre el nombramiento de obispos tras décadas de desacuerdo, el papa Francisco intentó tranquilizar a la comunidad católica en China y pidió que se superen «las contraposiciones del pasado». En una larga carta, el Pontífice espera que se acabe una disputa que ha supuesto 70 años de incomprensiones y persecuciones de los católicos en ese país. «Mi sincera admiración para los fieles y los obispos chinos por todos los momentos particularmente adversos y difíciles, en esta nueva fase, que estamos llamados a recorrer», precisa.

Francisco intenta de esta manera suavizar el impacto de la noticia en aquella parte de la comunidad católica en China que ha sido hostigada largos años por su fidelidad a los papas romanos. Este pacto «es fruto de un largo y complejo diálogo institucional de la Santa Sede con las autoridades del Gobierno chino», subraya el Pontífice, haciendo hincapié en que las negociaciones con Pekín empezaron durante los papados de sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

A renglón seguido, el Papa vuelve a explicar que uno de los ejes del «acuerdo provisional» oficializado el sábado para unificar a las dos Iglesias católicas chinas y nombrar a los obispos de forma conjunta, es la readmisión de los prelados anteriormente nombrados sin el consentimiento del Vaticano y que, hasta ahora, formaban parte de la Asociación Patriótica de los católicos chinos, la única que reconocía Pekín. «Tras eliminar las sanciones canónicas relacionadas, los he readmitido en la plena comunión eclesial», aclara Jorge Mario Bergoglio.

El Papa dice ser consciente «de que en algunos surgen dudas y perplejidad y otros tienen la sensación de que han sido abandonados por la Santa Sede» y de que el acuerdo debe «ser mejorado», pero enfatiza que de esta manera se escribe «una nueva página de la Iglesia católica en China».

Para que el reacercamiento con las autoridades chinas sea exitoso, el Papa da como instrucción a todos los católicos que expresen «a través de gestos concretos y visibles», la restablecida unidad. «La Santa Sede desea hacer lo que le corresponde hasta el final, pero también vosotros, obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos, tenéis un papel importante», precisado.

La intervención del Papa, sin embargo, coincidió con un incendiario mensaje del obispo emérito de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen. De acuerdo con él, el próximo paso de Francisco será «abandonar a Taiwán», en referencia al pequeño país que China considera parte de su territorio y que representa otro de los obstáculos para se firme la paz definitiva con Pekín y se restablezcan relaciones diplomáticas.