El Reino Unido debería afrontar el desabastecimiento de alimentos, de combustible y de medicinas a los pocos días de salir de la Unión Europea (UE) si lo hiciera sin cerrar ningún acuerdo con las autoridades comunitarias, tal como ha prometido la primera ministra, Theresa May, quien ha dicho preferir no llegar a un pacto antes que cerrar uno malo para el país. Este sería el peor escenario que han dibujado funcionarios especializados en un informe que fue entregado el mes pasado al ministro del brexit, David Davis, según publicó ayer Sunday Times.

El informe describe tres escenarios en caso de que se rompan las negociaciones, según su gravedad: suave, grave y Armagedón. O sea, el fin del mundo. De hecho, el Gobierno de Reino Unido ya habría empezado a desarrollar un plan de contingencia teniendo en cuenta que el puerto de Dover (que separa Inglaterra de Francia en el canal de la Mancha) podría colapsar en apenas unas horas sufriendo el bloqueo en la entrada de alimentos.

«En el segundo escenario, el grave -precisa la fuente que filtró el informe al dominical-, se dice que el puerto de Dover se colapsaría ya el primer día. Los supermercados en Cornualles y Escocia se quedarían sin provisiones en dos días, y los hospitales sin medicinas en dos semanas». El Ejecutivo tendría que fletar aviones comerciales o utilizar las fuerzas aéreas para llevar alimentos a las localidades más remotas, las primeras en sentir el aislamiento. «Y al final de la segunda semana, se agotarían las reservas de combustible», añade la fuente.

Salida sin acuerdo

Este paisaje apocalíptico que se le ha planteado el gobierno podría guardar relación con la decisión del organismo que gestiona las autopistas británicas, que el mes pasado anunció la creación de áreas especiales en Dover, para aparcar en caminos, en un intento de prevenir los atascos en la frontera. Se sabe que este análisis fue encargado y entregado al grupo interministerial que analiza el trasfondo del brexit.

Downing Street no ha querido ni confirmar ni denegar la existencia del informe, y se ha limitado a reconocer que se ha tratado la opción de una salida sin acuerdo con las instituciones de la UE. Este documento no hecho más que reproducir la guerra que hubo durante toda la campaña del brexit entre proeuropeos y los contrarios, que, a posteriori, admitieron que habían llegado a exagerar algunos de sus postulados.

El exlíder del Partido Conservador, Ian Duncan Smith, acérrimo antieuropeista, comparó este informe con el denominado «proyecto del miedo» con el que se acusó a David Cameron, George Osborne y demás líderes de la campaña para seguir en la Unión Europea, que auguraban un futuro aciago al país lejos de Bruselas. Por su parte, los europeístas argumentan que nuevamente los partidarios del brexit están escondiendo información a los ciudadanos o engañándolos, como el lema de los 300 millones semanales destinados a Bruselas, que luego resultaron ser algo más de la mitad. La situación actual pone de manifiesto que el Partido Conservador está totalmente dividido entre los que piden una ruptura con la Unión Europea y con la unión aduanera, el brexit duro, y los que apuestan por un alejamiento suave con Europa. «Necesitamos gente con imaginación y coraje, no conejos asustados», lamenta la exlíder conservadora Duncan Smith.

División

Ante este escenario, se vuelve a cuestionar que en el seno del Gobierno de May haya una postura unánime a pocas semanas de la cumbre europea para abordar el asunto, el 28 y 29 de junio. El Reino Unido saldrá de la UE el 29 de marzo del año que viene pero se ha garantizado un periodo de transición hasta diciembre del 2020, durante el que permanecerán en el mercado único y la unión aduanera para que las empresas se puedan adaptar al cambio.

En la prensa británica ha trascendido también que Theresa May ha frenado la publicación de un informe de 150 páginas sobre las prioridades de su ejecutivo en relación con el brexit ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo.