Donald Trump no se reunirá con Kim Jong-un en la fecha prevista del 12 de junio. El presidente de Estados Unidos envió ayer una carta al líder norcoreano para notificarle que queda cancelado el encuentro en Singapur. Trump afirma en la misiva que tenía muchas ganas de reunirse con Kim, pero «la tremenda ira y la abierta hostilidad desplegada en sus más recientes declaraciones me han hecho sentir que la reunión es inapropiada en estos momentos». El anuncio deja en el alero una cita que hubiera sido histórica ya que nunca se han sentado en una misma mesa los presidentes en activo de los dos países desde el final de guerra de Corea, que acabó dividiendo la península a la altura del paralelo 38 en 1953. Coincidencia o no, la decisión de Trump se conoce el mismo día en el que Corea del Norte revela la destrucción de su base para ensayos nucleares, un gesto para tratar de mostrar al mundo su compromiso con el proceso de pacificación.

«Le pido por favor que tenga en cuenta esta carta para constatar que la reunión de Singapur, para bien de las dos partes, pero en detrimento del mundo, no se celebrará», dice el documento. Aunque el tono es cortés y diplomático, lleva también una amenaza implícita. «Usted habla de sus capacidades nucleares, pero las nuestras son tan masivas y poderosas que le rezo a Dios para que nunca tengamos que utilizarlas», añade el texto. Trump describe el diálogo que han mantenido las dos partes en las últimas semanas, escenificado con el viaje a Pionyang del secretario de Estado, Mike Pompeo, como «estupendo» y le agradece la liberación de los tres prisioneros estadounidenses. «Fue un gesto hermoso que aprecio enormemente», señala. También insiste en que mantiene su deseo de reunirse con el autócrata norcoreano. «Si cambia de parecer respecto a esta importante reunión, llámeme o escríbame», dice la carta.

La misiva acaba acusando a Pionyang de haber desaprovechado una gran ocasión. «El mundo, y Corea del Norte en particular, han perdido una gran oportunidad para una paz duradera, acompañada de una gran prosperidad y riqueza. Esta oportunidad perdida es un verdadero momento triste en la historia», concluye el texto.

El anuncio se produce en un nuevo contexto de tensión, después de que hayan vuelto los insultos y las amenazas de guerra nuclear, tan comunes de la retórica norcoreana, que sin embargo ha tenido un gesto de calado para mostrar su compromiso con las negociaciones de desnuclearización. Pionyang ha destruido su base para ensayos atómicos en una ceremonia a la que han sido invitados dos docenas de periodistas extranjeros, informa la cadena estadounidense CNN.

La base de Punggye-ri ha estado siempre asociada a la carrera nuclear norcoreana. Ahí se han ejecutado sus seis ensayos, desde el 2006 al año pasado. No obstante, los expertos subrayan que es más simbólico que eficaz porque al país le sobran montañas.

Antes de conocerse la decisión de Trump, la viceministra de Exteriores norcoreana, Choe Son-hu, peso pesado en el régimen de Kim Jong-un, dejó la pelota en el tejado de la Administración Trump «Es decisión de EEUU si quieren encontrarnos en una mesa de negociaciones o en una confrontación nuclear», También tachó de «estúpidos e ignorantes» los comentarios del vicepresidente estadounidense, Mike Pence, quien aventuró que Corea del Norte sufriría el mismo destino trágico de Libia si no alcanza un acuerdo con Washington.