Ha empezado una aventura inédita para Italia y la Unión Europea (UE). Giuseppe Conte, profesor de Derecho administrativo, sin ninguna experiencia política y designado candidato a primer ministro de la mayoría populista que ganó las elecciones de marzo, recibió ayer el encargo oficial de formar un Ejecutivo de parte del presidente de la República, Sergio Mattarella. El interesado aceptó «con reservas», como requiere el protocolo.

«Presentaré un programa basado sobre el acuerdo de las dos formaciones políticas vencedoras de las elecciones», dijo Conte al salir de la reunión. Anticipó que será «el Gobierno del cambio» y él «un abogado defensor del interés nacional», subrayando que su programa abordará también «la posición italiana en la UE», citando explícitamente el próximo debate sobre «el presupuesto de la UE, la cuestión del asilo político para los refugiados y la unión bancaria europea».

En los próximos días, probablemente la próxima semana, Conte confirmará que cuenta con una mayoría, sobre lo que ya hoy no existe ninguna duda. Sucesivamente irá al Parlamento para presentar su programa, que ya ha sido previamente concertado y cerrado por la Liga y los indignados del Movimiento 5 Estrellas (M5S).

Aparte de los actos formales, no existe ninguna certeza sobre cuánto puede durar el Gobierno (en el Senado cuenta solo con una mayoría de seis votos), si Liga y M5S romperán el contrato por desavenencias, o si los mercados se abatirán como un ciclón sobre un estado con un Gobierno cuyo probable ministro de Economía se declaró favorable a la salida del euro.

LA TERCERA ECONOMÍA / Se trata de una verdadera aventura para la tercera economía de la eurozona, «demasiado grande para permitir que se hunda o para salvarla si se hunde», como han avisado repetidamente varios comisarios de la UE y analistas económicos de Italia. El diferencial de los bonos italianos a 10 años con los bonos alemanes -prima de riesgo- subió al 200% para estabilizarse a 190% (en 1996 estaban al 7%, al 100% el pasado agosto). Mientras, los sondeos siguen premiando a la Liga, con un 25% de apoyo respecto al 17% de marzo y los indignados pierden tres puntos, pasando a un 30% frente al casi 33% alcanzado en las elecciones.

Mattarella agotó, antes de confiar el encargo a Conte, todas las posibilidades que estaban en su mano. Pidió a Matteo Salvini y a Luigi Di Maio, respectivos líderes de la Liga y del M5S, que le confirmasen que su candidato seguía siendo Conte. El martes, y sin que el protocolo lo exigiera, convocó de nuevo a los presidentes del Congreso y del Senado para consultarles.

«La casta (política) decae y se agita por puro instinto de superviviencia», declaró ayer Beppe Grillo, el cómico en activo que fundó el M5S y que sigue presentando sus espectáculos en los teatros de Italia. «O Conte, o elecciones», escribieron los indignados. «No existen alternativas», rebatieron desde la Liga.

«Una superficialidad. Trabajo para defenderme, sabía lo que me esperaba, pero no desisto», declaró Conte después de las revelaciones sobre sus imprecisiones en el curriculum. La New York University no ha confirmado su presencia en sus aulas, el Internationales Kulturinstitut de Viena ha explicado que en el lugar se enseña alemán y no especializaciones de jurisprudencia, como ha anotado el profesor.

En la Cambridge University de Gran Bretaña añaden que en septiembre, cuando supuestamente el profesor cursó estudios, la universidad estaba cerrada por vacaciones. Las pruebas de que el curriculum de Conte está hinchado son tantas que un diario ha publicado irónicamente una guía para presentar currículums.

Si se confirma el equipo de ministros ya consensuado entre Liga y M5S, al Ministerio de Economía (Italia tiene la mayor deuda de Europa después de Grecia) irá Paolo Savona, de 81 años, apoyado por la euroescéptica Liga. En su día, Savona dijo que «Italia debe salir del euro»

Vincenzo Boccia, presidente de la patronal, declaró que «no está claro dónde sacarán los recursos para realizar tantos objetivos y promesas electorales», evaluados entre 120.000 millones y 180.000 millones, según los economistas, lo que amenaza con disparar el déficit.

Y la nave va, se titulaba una película de Federico Fellini con un epílogo más bien melancólico.