El Papa llegará este lunes a Birmania en un viaje que continuará hasta el 2 de diciembre en Bangladés, y que se produce en medio de la violenta campaña de represión étnica amparada por el Ejército birmano y que azota a la minoría musulmana de los rohingyas. El viaje, que llevará al clérigo al escenario de una de las mayores crisis humanitarias de este año, ha supuesto, por la agenda de alto voltaje de Francisco, un aumento de tensión en la región.

Durante la visita, de hecho, el Papa argentino tiene previsto encontrarse no solo con líderes budistas y con Aung San Suu Kyi, la Nobel de la Paz y líder de facto de Birmania, quien recientemente ha sido criticada internacionalmente por su silencio cómplice sobre el drama de los rohingyas. Francisco también mantendrá una reunión con el jefe del Ejército birmano, Min Aung Hlaing, considerado uno de los principales responsables de la desesperada huida de más de 620.000 rohingyas a Bangladés por la ola de represión de la cual son objeto desde el año pasado en Birmania.

El desafío del Papa, por el cual este domingo Francisco pidió a sus fieles rezar por él, ha sido puesto en evidencia por algunos mensajes públicos enviados esta semana por prelados de la región. El más contundente ha sido el de Charles Maung Bo, arzobispo de Rangún, quien ha pedido abiertamente al Papa no usar la palabra 'rohingya' durante sus discursos en la zona.

MIEDO A MÁS TENSIÓN

“Es una palabra muy cuestionada y no es aceptada ni por los militares, ni por el Gobierno ni por el pueblo [birmano]”, ha dicho Bo, que fue nombrado cardenal por Francisco en el 2015. Además, la crisis ha sido “un poco exagerada” por la prensa occidental, ha añadido este domingo Bo, opinando asimismo que la influencia de San Suu Kyi “es limitada” frente al Ejército de su país.

La preocupación de los católicos birmanos remite, según fuentes locales, a que ellos mismos puedan convertirse en blanco de actos de persecución. Esto, por el apoyo de Francisco a la minoría rohingya, que en Birmania es comúnmente llamada “bangladesí”, en referencia indirecta a su presunta condición de inmigrantes indocumentados. Y más aún cuando el Papa, durante su visita, también ha previsto un encuentro en Bangladés con un grupo de rohingyas refugiados en ese país.

La última referencia del Papa sobre el asunto fue en agosto, durante una audiencia en la plaza de San Pedro en Roma. Allí dijo que le habían llegado “tristes noticias de la persecución de la minoría religiosa de nuestros hermanos rohingya”, por lo que les expresó “toda mi cercanía” para que “hombres y mujeres de buena voluntad los ayuden y que sus derechos sean respetados”.

La gira llega asimismo tras un principio de acuerdo firmado el pasado 23 de noviembre entre los gobiernos de Bangladés y Birmania, para activar un programa de repatriación de refugiados rohingya a Birmania.

ATAQUES NACIONALISTAS

“¿Por qué ha elegido venir ahora, en esta circunstancia?”, ha cuestionado respecto al viaje papal el nacionalista Aye Maung, líder del Partido Nacional Arakan, según declaraciones recogidas por 'The Guardian'. “Uno piensa: ¿hay tensiones entre cristianos y musulmanes? ¿O se trata de una petición de los católicos de aquí? ¿O hay problemas entre los budistas y los cristianos?”, ha añadido.

En Birmania viven unos 700.000 católicos (el 1,4% de la población), 150.000 de los cuales se espera que participen en los actos del Papa en Rangún. Tanto que incluso han sido alquilados trenes para trasladar a los que viven en la región de Kachin, en el norte, a dos días de camino de la capital comercial de Birmania. Se trata del viaje número 21 de Francisco al exterior desde el inicio de su pontificado y el primero a ambos países.