En un momento de grandes cambios y enorme incertidumbre por el delicado momento histórico que atraviesan sus dos naciones, Donald Trump y Theresa May se comprometieron ayer a reforzar la «relación especial» que une a los países, una relación más necesaria que nunca ante el posible aislamiento que se dibuja para ambos en el horizonte por la ruptura británica con la Unión Europea y por la desconfianza que el nuevo líder estadounidense genera en muchas capitales del mundo. Ambos sentaron las bases para empezar a preparar un acuerdo bilateral de comercio y trataron de mostrar sintonía respecto a la OTAN y Rusia, una de las aspiraciones de May, que pretende moderar los impulsos populistas de Trump para que Washington siga siendo un aliado fiable en la escena internacional.

May es la primera dirigente extranjera que visita la Casa Blanca desde que el neoyorquino asumió la presidencia hace una semana, una señal del destino compartido que posiblemente les espera. «Creo que el brexit va a ser algo estupendo para su país», le dijo Trump a la primera ministra británica, repitiendo la posición que expresó cuando era candidato y que tantas ampollas ha levantado en Bruselas. El presidente de EEUU aseguró que «una Gran Bretaña libre e independiente es una bendición para el mundo» y que, a partir de ahora, Londres podrá negociar acuerdos de libre comercio «sin que nadie vigile lo que hace».

Eso es lo que pretenden ambos dirigentes: poner en marcha cuanto antes un tratado bilateral. Para empezar a negociarlo formalmente, Londres tendrá que esperar sin embargo a que se complete su salida de la UE en el plazo de dos años. Pero May se congratuló de que la Administración de Trump lo haya convertido en «una de sus primeras prioridades».

Es pronto para saber si ambos serán capaces de forjar una relación como la que mantuvieron Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Ideológicamente tienen bastantes diferencias, pero también las tenían George Bush y Tony Blair antes de clonarse en uno durante una de las épocas más convulsas de la historia reciente. May aspira a hacer de su país una «potencia global», mientras Trump abjura del «globalismo» y apuesta por el «América, primero» pero, al mismo tiempo, los dos están pilotando un repliegue nacionalista e identitario.

Durante la breve comparecencia ante los medios, May trató de disipar dudas respecto a la posición de Trump frente a la Alianza Atlántica. «Creo, señor presidente, que ha confirmado que apoya al 100% a la OTAN», dijo sin que el estadounidense la rebatiera. También sostuvo que ambos se mostraron de acuerdo en mantener las sanciones contra Rusia, a pesar de que la Administración de Trump ha confesado que está estudiando la posibilidad de levantarlas. «Es muy pronto para hablar de eso», dijo el republicano antes de repetir que «sería estupendo» si su país pudiera tener buenas relaciones con Rusia, China y el resto de países.

CRISIS DIPLOMÁTICA / La visita de May se produce en plena crisis diplomática con México, desatada por la cancelación de la visita oficial de Enrique Peña Nieto en protesta por los planes de Trump para construir el muro. Ambos líderes mantuvieron durante ayer una conversación telefónica de una hora para tratar de calmar las tensiones. Trump dijo que había sido una «muy buena llamada» y que tiene un «gran respeto» por México. «Yo amo a los mexicanos», dijo refiriéndose al mismo pueblo al que ha insultado reiteradamente. Y afirmó que el país vecino ha negociado mejor que el suyo, «haciéndonos parecer unos idiotas», y que no va a permitir que sigan entrando «drogas» por la frontera.

El comunicado del Gobierno mexicano fue mucho más formal. Calificó la conversación de «constructiva» e indicó que ambos países han decidido trabajar para resolver las diferencias.