El estilo de Donald Trump ha llegado también a las Naciones Unidas. Ayer presentó sus credenciales como embajadora de EEUU ante la organización Nikki Haley, la exgobernadora de Carolina del Sur, que antes de reunirse con el secretario general, António Guterres, hizo una breve declaración marcada por un tono decidido, un mensaje centrado en la fuerza y con algún tinte de amenazas.

«Van a ver un cambio en cómo hacemos las cosas. Ya no se trata de trabajar más duro, sino de trabajar de forma más inteligente», declaró. «Nuestra meta es mostrar valor en la ONU. Nuestra forma de mostrar valor es mostrar fuerza, mostrar nuestra voz, respaldar a nuestros aliados y asegurarnos de que nuestros aliados nos respaldan también. Para quienes no nos respalden vamos a apuntar los nombres y nos aseguraremos de responder a eso de forma acorde».

Crítica con Trump durante la campaña y alertando sobre los populismos en la intervención con la que respondió por los republicanos al último discurso sobre el estado de la Unión de Barack Obama, Haley parece haber olvidado diferencias con el ahora presidente, que una vez llamó a la ONU «solo un club para que la gente se reúna, hable y lo pase bien». «Todo lo que funciona lo vamos a hacer mejor, todo lo que no funciona vamos a intentar arreglarlo y nos vamos a deshacer cualquier cosa innecesaria», aseguró.

Haley dejó en el aire las dudas que rodean al futuro de la relación de EEUU con la ONU y su financiación, ya que un borrador habla de reducirla el 40%.