Lleva solo siete días en la Casa Blanca y Donald Trump ya tiene su primera gran crisis diplomática y la primera guerra comercial declarada. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, anunció ayer que no viajará a Washington para mantener la primera reunión de trabajo con el nuevo mandatario de Estados Unidos, que estaba prevista para el próximo martes. Y aunque desde la Casa Blanca aseguraron que los dos mandatarios mantendrán «las líneas de comunicación abiertas» y se buscará «una fecha para agendar algo en el futuro», las perspectivas son grises. Ayer mismo, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, anunció que Trump quiere financiar el muro imponiendo un impuesto del 20% en todas las importaciones mexicanas.

La crisis entre dos países que comparten más de 3.000 kilómetros de frontera e importantes relaciones económicas y comerciales, estratégicas, sociales y culturales lleva gestándose año y medio, desde que en julio del 2015 Trump anunció su candidatura insultando a los mexicanos como «criminales, narcotraficantes y violadores». Se intensificó en campaña, cuando el magnate inmobiliario hizo de la demonización de los inmigrantes, la promesa de la construcción de un muro fronterizo y las críticas al tratado de libre comercio. Y las tensiones en escalada han estallado en las últimas 72 horas. La relación bilateral se sitúa en su punto más complicado en décadas y algunos historiadores ven ya en marcha una «guerra de baja intensidad».

El martes llegaban a Washington altos cargos del Gobierno mexicano para preparar las reuniones y esa misma noche el ocupante de la Casa Blanca anunció en Twitter que el miércoles firmaría medidas para construir el muro. El miércoles estampó su firma en dos órdenes ejecutivas que incluyen la construcción de esa barrera física (que enfrenta serios retos) y el endurecimiento de la persecución de inmigrantes sin papeles en EEUU y las deportaciones. También realizó declaraciones insistiendo en que México costeará el proyecto.

La respuesta inmediata de Peña Nieto fue la de colgar un videomensaje en las redes sociales de condena. «Lamento y repruebo la decisión de EEUU de continuar la construcción de un muro que desde hace años, lejos de unirnos, nos divide», dijo. «México no cree en los muros. Lo he dicho una y otra vez, México no pagará ningún muro».

Ese mensaje no indicaba el futuro de la reunión pero en México crecían las presiones para que Peña Nieto cancelara su viaje a Washington. En la madrugada él insistía en consultar al Senado y a los gobernadores y, con una unanimidad inusual, la mayoría de líderes políticos le reclamaban la cancelación por «dignidad».

El desenlace llegó ayer, cuando en otra muestra de la nueva era de diplomacia vía Twitter se consumó la ruptura. Trump, en dos mensajes, 280 caracteres, criticó Nafta y aseguró: «Si México no está dispuesto a pagar por el muro que se necesita tanto, sería mejor cancelar la próxima reunión».

LA GUERRA COMERCIAL / En una intervención ante una reunión de republicanos en Filadelfia, Trump aseguró que la cancelación fue «acordada» entre los dos líderes, una versión de los hechos que no parece ajustarse a la realidad. Unas horas después Spicer dio detalles de la propuesta de pagar el muro tasando un 20% las importaciones mexicanas, una medida que según sus cuentas puede reportarles 10.000 millones al año pero que afectará no solo a fabricantes y a México sino, potencialmente, al consumidor estadounidense, al que puede trasladarse parte del alza de precios.