«Hay demasiadas personas que siguen muriendo en el Mediterráneo. Se han adoptado medidas pero necesitamos hacer más». El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, llevará este mensaje la próxima semana a la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la UE en La Valeta (Malta), acompañado de una batería de medidas que pasan por aumentar el dinero para formar a guardacostas libios y que sean ellos quienes impidan a los inmigrantes salir de sus aguas territoriales, por ayudar más a las autoridades locales para que controlen la frontera sur del país y por intensificar la cooperación contra los traficantes.

«No hay solución mágica ni inmediata para afrontar un fenómeno que es extremadamente complicado, pero hay cosas que se pueden hacer», sostiene la jefa de la diplomacia, Federica Mogherini, quien reconoce que la solución a largo plazo pasa por la paz y la estabilidad de Libia y el desarrollo de África. Con la ruta de los Balcanes occidentales sellada, la del Mediterráneo central se ha convertido en la principal vía de entrada hacia el continente europeo. En el 2016, murieron unas 4.500 personas por esta ruta y fueron detectadas 181.000 personas. El 90% partieron de Libia.

La operación naval Sofia sigue sin poder intervenir en aguas territoriales libias. Una actuación de ese calibre requeriría de una autorización del Gobierno libio o una resolución de las Naciones Unidas, lo que complica la devolución de los inmigrantes rescatados en alta mar directamente al país norteafricano. Ante este panorama, Bruselas propone reforzar la ayuda a las autoridades libias financiando la formación de guardacostas para que sean ellos mismos quienes creen una barrera de protección tan cerca como sea posible de la costa.

«Cada vez más los meten en botes hinchables baratos y completamente inseguros, que no tienen ninguna perspectiva de llegar a la costa italiana, asumiendo que serán recogidos cerca de las costas de Libia», advierte Bruselas.