El primer decreto de su presidencia fue un gesto para el Partido Republicano; el segundo, para los obreros industriales que fueron clave en su victoria de noviembre. Cuatro días después de jurar el cargo, Donald Trump ha sacado a Estados Unidos de la Asociación Transpacífica (TPP), el tratado comercial firmado por la Administración Obama con 11 naciones del Pacífico para profundizar los lazos económicos con la región y contener a China en su área de influencia. El decreto del nuevo presidente honra una de las promesas de su campaña y marca el inicio de un giro en la política comercial de la primera potencia mundial, tras más de dos décadas en las que ha liderado de forma agresiva una globalización que ha dejado por el camino un reguero de descontento.

«Llevábamos mucho tiempo hablando de esto», dijo Trump al firmar la orden ejecutiva en el Despacho Oval. «Lo que hemos hecho es algo muy bueno para los trabajadores estadounidenses». El nuevo presidente aprobó otros dos decretos, que se suman al que el mismo día de la investidura rubricó para frenar la implementación de parte de la reforma sanitaria de Barack Obama, denostada por los conservadores. Uno de ellos congela la contratación de nuevos funcionarios públicos salvo en el Ejército, al que Trump pretende dedicar una masiva inyección de fondos. El otro seca la financiación pública a las oenegés que practiquen o promuevan el aborto en el extranjero. Trump también anunció que la nueva Administración tiene intención de reducir de forma «masiva» tanto los impuestos como la regulación en el mercado.

La ruptura con el TPP entierra el principal hito del legado comercial de Obama, a pesar de que el acuerdo no había sido todavía ratificado por el Congreso. Trump hizo de él una de sus dianas más recurrentes durante la campaña, describiéndolo como «un mal acuerdo» para los trabajadores y un «desastre potencial para EEUU». Sus posiciones en este sentido siempre han estado más cerca de los sindicatos y del ala populista del Partido Demócrata, representada por Bernie Sanders, que de los republicanos.

LIBERALIZACIÓN COMERCIAL / Los conservadores, aliados con la gran empresa a través de instituciones como la Cámara de Comercio de EEUU, habían liderado hasta ahora la batalla ideológica para impulsar la liberalización comercial en el mundo, aunque han sido presidentes demócratas los que han firmado los mayores acuerdos. Trump también pretende renegociar este tratado o abandonarlo si no hay acuerdo y sus asesores ya se han puesto en contacto con los otros dos países implicados para que comience pronto la negociación. Del TTIP, el acuerdo comercial con la Unión Europea, ha hablado menos, pero se da prácticamente por hecho que se retirará de las negociaciones. El portavoz de Trump dijo ayer que el nuevo presidente prefiere los tratados bilaterales a los multilaterales porque estos últimos equilibran los estándares a la baja y dan a EEUU los mismos derechos que se conceden a países pequeños.

Al igual que ha pasado en Europa con el TTIP, el acuerdo había topado con una significativa oposición de diversos sectores sociales, que consideran que prioriza los intereses de las multinacionales a los de los trabajadores, que hubiera extendido el monopolio de ciertos fármacos en detrimento de los genéricos o que habría dado a las empresas la posibilidad de demandar a los Estados, algo que ya contemplan otros tratados. La retirada de EEUU deja el futuro del TPP en el aire y China ya ha dado los primeros pasos para aprovecharlo.