La fotografía que deja la primera vuelta de las primarias de la izquierda francesa demuestra que el Partido Socialista está dividido en dos mitades y que el duelo del próximo domingo puede convertirse en un ajuste de cuentas del sector crítico con el mandato del presidente François Hollande.

Benoît Hamon, el rebelde exministro de Educación que encabeza la carrera con un 36% de los votos y el respaldo de los electores que exigen un claro giro a la izquierda, se enfrentará al exprimer ministro Manuel Valls, que parte en situación de desventaja con un 31% de apoyos y el lastre de su gestión en el Gobierno.

La guerra entre dos izquierdas -la realista frente a la utopista, la reformista frente a la rupturista- que el propio Valls ha calificado muchas veces de «irreconciliables» se librará encarnada en dos discípulos de Michel Rocard separados por visiones distintas de la política.

Mientras el outsider Hamon busca reconstruir la izquierda, romper con las viejas recetas del pasado y preparar a la sociedad para un mundo donde el trabajo es un bien escaso, Valls pretende derrotar a la derecha, profundizar el camino reformista que ha iniciado Hollande y también dignificar el trabajo.

El exprimer ministro, que plantea la creación de un salario «decente», ha tachado la propuesta estrella de Hamon -crear una renta universal de 600 euros que aumentará progresivamente hasta los 750- de irreal e insostenible desde el punto de vista financiero.

En el terreno económico y social sus programas no se parecen en nada. Hamon plantea derogar la polémica reforma laboral aprobada por decreto, revalorizar el salario mínimo, crear un impuesto para financiar la protección social, garantizar la igualdad salarial entre hombres y mujeres y supervisar los salarios de los directivos de grandes empresas.

Valls contempla revalorizar las pensiones más modestas, aumentar los subsidios a asalariados y autónomos con sueldos inferiores a los 1.500 euros, eliminar impuestos, facilitar el acceso al crédito y no aumentar la presión fiscal a las empresas en cinco años.

La victoria de Hamon, a quien muchos ven como una versión rejuvenecida y francesa de Bernie Sanders o Jeremy Corbyn, tendría otra curiosa consecuencia. Los electores de la izquierda gubernamental y quienes apoyan a Valls podrían dirigirse hacia el exministro de Economía Emmanuel Macron, candidato a las presidenciales.

Al frente de su propio movimiento político -En Marcha- el antiguo ministro estrella de Hollande sigue su línea ascendente captando electorado a derecha e izquierda. Incluso en el entorno del presidente, que está al margen de las primarias y ha vivido la primera vuelta desde el desierto chileno de Atacama, se cree que la izquierda gubernamental rechazaría apoyar a Hamon en las presidenciales.

Una encuesta de Ipsos publicada el domingo le otorga el 8% de las intenciones de voto en la primera vuelta de las presidenciales que se celebrarán el 23 de abril. Marine Le Pen lograría el 27%; François Fillon, el 26%, y Emmanuel Macron, el 20%. «El Partido Socialista está condenado a vivir en la oposición durante mucho tiempo», señala en el diario Le Parisien el politólogo Gérard Grumberg.