Análisis
La revolución y los herederos de Fidel

La revolución y los herederos de Fidel
PROFESORA DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES EN LA UNIVERSIDDAD AUTÓNOMA DE MADRID
La larga despedida de Fidel Castro durante los últimos diez años garantizó una sucesión gradual, lenta y consensuada desde una pequeña élite política que incluye cada vez a más militares. Las Fuerzas Armadas serán el garante y árbitro del proceso político cubano. Están al frente de las reformas económicas emprendidas por el presidente Raúl Castro y ocupan posiciones claves en el poderoso Consejo del Estado, el Gobierno y el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Nunca se ha aclarado si Fidel fue marxista antes de que Estados Unidos impusiera el embargo que dura hasta hoy y ha sido, sin duda, el mayor impedimento a una apertura económica y política, ya que el régimen siempre ha podido interpretar cualquier gesto de cambio como una inaceptable concesión «al enemigo». Es por ello que el posfidelismo en Cuba está estrechamente ligado a su relación con EEUU.
De cara al futuro de Cuba coexisten dos incógnitas: primero, si Donald Trump se dejará secuestrar por los más duros del exilio cubano y fortalecerá de nuevo las sanciones y la presión, supuestamente para provocar un cambio de régimen; y en segundo lugar, la cuestión de quién será el sucesor de Raúl Castro, que prometió dejar la presidencia en febrero del 2018.
En cuanto a Trump, el programa de los Republicanos tilda la política de Obama hacia Cuba de «vergonzoso ajuste a las demandas de los tiranos» y promete volver a restaurar la vieja política: propaganda anticastrista a través de Radio Martí, exigir una democracia liberal y fortalecer la oposición, una agenda contraproducente que no ha funcionado en ningún país con un gobierno autoritario cerrado. Paradójicamente, el retorno a la Guerra Fría proporcionaría legitimidad al Gobierno cubano, que acaba de perder su mayor baza: Fidel Castro. Si Trump se decide por la vieja política, la Unión Europea podría volver a ser un actor importante, ya que es el principal socio comercial y donante de Cuba.
En cuanto a la segunda incógnita, Raúl Castro aún no ha revelado quién será su sucesor. Salvo imprevistos, el Gobierno tiene poco más de un año para preparar la sucesión del castrismo a la generación posrevolucionaria. Independientemente de si el elegido es el actual vicepresidente Miguel Díaz-Canel o cualquier otro, no contará con la misma legitimidad que los hermanos Castro y no tendrá el apoyo incondicional de los militares que auspiciarán la transición.
Por otra parte, la desaparición física de Fidel podría desatar una catarsis colectiva en una sociedad muy acostumbrada a las penurias de la vida cotidiana por una Revolución que prometió mucho, duró más pero ofrece cada vez menos. ¿Cuánto tiempo aguantará la Revolución sin Fidel? Él mismo hizo un negro augurio en una histórica entrevista con Tomás Borge cuando dijo que «este país, después de la Revolución, no hay quien lo gobierne en cien años…» Con su muerte, la posrevolución acaba de empezar.
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