EL CONFLICTO ÁRABE-ISRAELÍ
Amona, tierra sin ley
El Tribunal Supremo israelí ordena el desalojo de una colonia construida en tierras de palestinos H Un proyecto de ley impulsado por la ultraderecha quiere legalizar los asentamientos ilegales

Amona, tierra sin ley
AMONA // SILWAD
Dos niños se columpian en la colonia judía de Amona, en Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel desde 1967. Ajenos a que están en la tierra de una familia palestina, tampoco saben que quizás dentro de un mes ya no puedan jugar allí.
Amona es un outpost, una colonia de las que Israel considera ilegales. Según el derecho internacional, lo son todas. En 1996 se instalaron sus primeras caravanas en la cima de una colina con vistas al asentamiento de Ofra, al nordeste de Ramala, sin el beneplácito oficial del Gobierno israelí, en tierra privada palestina.
Tras años de litigio, el Tribunal Supremo de Israel reconoció a varios agricultores como propietarios de los terrenos y ordenó demoler Amona en el 2012. Pero demandas del Estado dilataron el proceso hasta que hace unos días el Supremo marcó el 25 de diciembre como fecha límite para evacuar la colonia y destruirla. En el 2006, se demolieron por orden judicial algunas caravanas tras un desalojo de colonos que acabó con 300 heridos.
Las 40 familias que viven en Amona, con más de 200 niños, aseguran que no se van a mover. «Llevo aquí 13 años con mi esposa, tenemos ocho hijos, el mayor está sirviendo en el Ejército, pagamos nuestros impuestos y nos vamos a quedar. El gobierno alentó a construir esto», afirma Eli Greenberg.
Su vecino Nahum Schwartz, pionero de este asentamiento, defiende la misma versión. «Cuando Ariel Sharon era ministro, nos dijo que empezáramos a construir casas», recuerda Schwartz, que llegó a Amona en 1996. «Esta tierra nos pertenece, fue un regalo de Dios en 1967», dice Schwartz en referencia a la Guerra de los Seis Días, en la que Israel ocupó los territorios palestinos de Gaza, Cisjordania y Jerusalén este, entre otras tierras.
Greenberg y Schwartz, judíos ortodoxos, recalcan que antes de que llegaran los colonos, en Amona «no había nada». La documentación de la Administración civil israelí lo rebate y diversos palestinos de las poblaciones vecinas de Silwad, Taybeh y Ein Yabrud demostraron con documentos que las tierras eran suyas.
Estaban inscritas en el registro que los jordanos elaboraron entre 1949 y 1967 cuando controlaban Cisjordania y en el que realizaron los israelíes al ocuparla. La palestina Mariam Hammad, de 82 años, relata que cuando tenía 7 iba con su padre a los 24 dunam (2,4 hectáreas) de terreno que posee en Amona «para ayudarlo a cultivar y recolectar toda clase de alubias y tomates». «Me han robado la tierra y me quieren quitar los recuerdos», lamenta. Desde hace 20 años no puede poner un pie en su terreno. «Lo intentamos, pero los colonos nos disparaban», asegura. «Nada puede compararse a mi tierra, es como un hijo, no quiero dinero a cambio», insiste la anciana.
Hammad llevó su caso a los tribunales, junto a otros nueve propietarios de terrenos en Amona, con la ayuda de la oenegé israelí Yesh Din.
Negociar y compensar
Greenberg propone «negociar con ellos y darles una compensación económica» para que cedan los terrenos. No contempla devolverlos a sus dueños y aceptar la propuesta estatal de mudarse a unos centenares de metros de su casa.
Greenberg y Schwartz confían en que nadie vendrá a desalojarlos gracias a un proyecto de ley del ministro de Educación, Naftali Bennett, líder del partido nacional-religioso de ultraderecha La Casa Judía, y socio de gobierno del primer ministro, Binyamin Netanyahu.
La propuesta pretende legalizar de forma retroactiva todas las colonias ilegales a ojos de Israel que se fundaran con el respaldo del Gobierno, aunque solo fuera verbal.
El proyecto de ley -que causó fricción entre Bennett y Netanyahu- logró el apoyo del Ejecutivo, y la Kneset (Parlamento) lo aprobó en primera lectura. «El proyecto contradice la Ley Básica (ley fundamental del Estado de Israel, a falta de Constitución). La Kneset no tiene soberanía en Cisjordania, sino el Ejército, y nunca ha aprobado una ley sobre tierras en este territorio», señala Gilad Grossman, portavoz de Yesh Din. Esta oenegé apunta que el Supremo podría invalidar la ley si prospera en la Kneset, pero teme que aunque se derribe Amona, el Ejército israelí impida a los palestinos acceder a sus tierras por «seguridad».
«No puedes coger algo tan grande como Amona y trasladarlo, no puedes arrancar lugares, como un jardín de infancia», indica Greenberg.
En Cisjordania, los buldócers han arrasado escuelas palestinas. En al menos una con orden de demolición, la de Jan al Ahmar, los niños no se mecen en los columpios. El Ejército israelí los confiscó.
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