La líder alemana se reunió ayer de urgencia en Berlín con su gabinete de seguridad, ministros y expertos para determinar una respuesta clara y esclarecer el trasfondo de la masacre vivida ayer en la capital del estado de Baviera. «Todos estamos de luto», lamentó.

La sucesión de atentados de Francia y Bélgica había inoculado en los alemanes la sensación de peligro inminente. Población y autoridades hace meses que temían sufrir un atentado terrorista. Es el miedo a la venganza de los yihadistas por la cada vez mayor presencia militar de Alemania en el mundo para combatir a Estado Islámico. Esa excepcional medida, que ha llevado al gabinete de Merkel a ampliar el ejército por primera vez desde el fin de la guerra fría o a construir una base militar en Turquía, aumenta las probabilidades de sufrir las represalias del yihadismo.

Actualmente, el terrorismo se ha convertido en el principal miedo de sus ciudadanos. Un 77% de la población se muestra muy preocupada por un ataque en su territorio, según un estudio.

El aumento de los ataques perpetrados por lobos solitarios en Europa y los casos de agresiones en los que se han visto envueltos solicitantes de asilo ha aumentado el rechazo de muchos alemanes a los refugiados. El año pasado el país aplaudía la apertura de puertas impulsada por Merkel a la gente que huía de la guerra. Ahora, la marea de 1,5 millones de refugiados, la retórica xenófoba de la ultraderecha y escándalos como los abusos sexuales de Nochevieja en Colonia han acentuado el miedo. H