Durante la visita de Barack Obama a Buenos Aires, un periodista quiso saber qué opinaban él y su anfitrión, Mauricio Macri , sobre la peligrosa situación política brasileña. Se miraron de reojo y el presidente de Estados Unidos tomó la palabra. "Brasil va a resolver su crisis política", dijo. Y recordó que se trata de un país "con una democracia madura, con un sistema fuerte que le permitirá prosperar y ser el líder que necesitamos". Ninguna mención a Dilma Rousseff . El silencio tuvo un efecto interpretativo inequívoco. Las palabras de Obama les permitieron inferir a los analistas un aval sigiloso, nunca explícito, al juicio político.

La gira de Obama por La Habana y Buenos Aires empieza trazar una nueva frontera histórica. El cambio de época se dibuja en el horizonte todavía confusamente: Argentina ha girado a la derecha con un énfasis pronorteamericano de rasgos adulatorios. En Venezuela, el chavismo disputa el poder con la oposición en un escenario de extrema debilidad económica. Y Brasil se encamina a aquello que Barack Obama prefirió no nombrar para no quedar como injerencista: el impeachment contra Dilma Rousseff.

Una osadía del pasado

Argentina, Brasil y Venezuela, durante las presidencias de Néstor Kirchner , Luiz Inacio Lula da Silva y Hugo Chávez , frenaron en la ciudad bonaerense de Mar del Plata los intentos de George Bush hijo de convertir a toda América, desde Alaska a la Patagonia, en una gran zona de libre comercio. El no al ALCA, de noviembre del 2005, formó parte de las efemérides de los gobiernos populistas latinoamericanos. Se lo consideró un acto de osadía política sin precedentes, el camino de la independencia relativa en un mundo global. Once años más tarde, Washington se apresta a rediseñar nuevamente a su imagen y semejanza el mapa regional.

Es tanta la impronta que Obama ha dejado a su paso que el Mercosur ni si quiere pudo reunirse al más alto nivel para condenar lo que ocurre en Brasil. El alto representante brasileño en el mercado común que integran Argentina, su socio principal, Venezuela, Uruguay y Paraguay, Florisvaldo Fier , llamó a los socios a analizar la posibilidad de aplicar las cláusulas que garantizan la continuidad del orden democrático en el país. Esas cláusulas fueron aplicadas al Gobierno de Federico Franco , el vicepresidente que ocupó el cargo del destituido Fernando Lugo en Paraguay.

Fier no ha recibido hasta ahora respuestas. A su criterio, si ocurre lo tan temido, América Latina iniciará un ciclo de regresión y la responsabilidad de EEUU es crucial. El funcionario cree que las petroleras norteamericanas nunca aceptaron que Petrobras, la empresa eje de los escándalos, sea el eje de la explotación de los grandes pozos en la zona de "pre-sal" (aguas profundas).

El Brasil de Lula jugó un papel relevante en la cuestión cubana. Capitales brasileños, los controvertidos Odebrechtch, hoy bajo la mira de la justicia de su país, reconstruyeron nada menos que el puerto de Mariel en la isla. El nuevo momento de las relaciones entre La Habana y Washington no necesita que una empresa brasileña gestione ese punto comercial estratégico. Luiz Auiz Alberto Moniz Bandeira , el mayor especialista en política exterior brasileña, y autor de La formación del imperio americano , también piensa que EEUU no es ajeno a la convulsión política en su país y la atribuye a dos decisiones de Lula: la política petrolera y la creación del BRICS. "La estrategia que se ha utilizado aprovechó las contradicciones domésticas del país, sus problemas internos, con el fin de agravarlos y así generar el caos y derribar a un Gobierno sin recurrir a golpes militares". Para Moniz Bandeira, nada será igual en la región si cae Rousseff. Y no lo será tampoco para sus socios.