El Ejecutivo alemán de Angela Merkel sigue pensando en nuevas medidas para frenar el flujo de los refugiados. Presionado por las crecientes críticas contra su política migratoria, Berlín planteó la semana pasada expulsar a aquellos solicitantes de asilo que incumplan la ley. Ante las dificultades para expulsar a los que hayan cometido delitos a su país de origen, el Gobierno federal ha propuesto que sean deportados a terceros países.

“Estamos negociando con Turquía y otros países la expulsión de estos refugiados”, ha asegurado el ministro de la cancillería y coordinador de la política migratoria, Peter Altmaier, en el diario 'Bild'. El político de la conservadora CDU ha remarcado que eso podría llevarse a cabo en el caso de que las personas no puedan ser devueltas a su país de origen por razones de seguridad o porque el propio Estado no los acepta. La idea de Berlín es que esos refugiados sean expulsados al país a través del cual llegaron a la Unión Europea.

LA ULTRADERECHA MARCA LA SUBIDA DE TONO

La xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) ha sido la formación que más rédito político está sacando a la crisis que vive el país. El partido no deja de crecer en los sondeos, que apuntan a que contaría con hasta un 13% en intención de voto, sirviéndose de una retórica hostil que está contribuyendo a una mayor tensión. Su líder,Frauke Petry, aseguró este sábado que “hay que usar las armas” para defender la frontera de los refugiados. Su auge puede ser determinante para las elecciones que celebran distintos Estados alemanes este 2016 y eso ha llevado a la CDU ha endurecer su discurso.