El estallido de las protestas en Túnez, que junto con las de Kaserín se reprodujeron ayer, revelan el hartazgo de la población ante el aumento del desempleo, el coste de la vida y la creciente marginalización del mundo rural. El paro creció del 12% en el 2010 al 15,3% registrado a finales del 2015. Los tres grandes atentados del año pasado han dañado especialmente a la industria turística.