Ola migratoria en Europa
La crisis de los refugiados atiza la tensión entre los países balcánicos
Serbia y Croacia se enzarzan y ponen en marcha una guerra de fronteras que fuerza a intervenir a Bruselas. El desencuentro acarrea repercusiones económicas en un punto de tránsito vital hacia el norte de Europa
IRENE SAVIO
Un camionero barbudo se fuma un pitillo delante del paso fronterizo de Bajakovo/Batrovci y resopla. Delante y detrás de él, decenas de camiones con todo tipo de mercancías aguardan su turno para cruzar. Llevan ahí horas. Provienen de Serbia y no pueden entrar en Croacia (y de ahí seguir hasta el norte de Europa), a causa del cierre de las fronteras croatas por el fuerte flujo de refugiados. Una crisis migratoria que en esta inestable región balcánica ha desatado un agrio intercambio de insultos, represalias, ataques a través de la prensa y nuevos brotes de nacionalismo, además de situar las relaciones entre Serbia y Croacia a su nivel más bajo desde la guerra que libraron en los 90.
Los Balcanes parecían esta semana haber retrasado las agujas del reloj 15 años de reconciliación y diálogo. El motivo es que, a causa de la extraordinaria ola de refugiados que están pasando por la región, las fronteras de Serbia, Croacia y Hungría --una importante puerta de entrada para las mercancías dirigidas hacia Europa-- están bajo una presión altísima. "Es como el juego de las sillas, quien queda de pie, chilla. Todos temen que los refugiados se queden en su país", dice la periodista croata Vesna Fabris. "Observe lo que está ocurriendo ahora. Desde el completo cierre de la frontera entre Serbia y Hungría, Serbia lleva los refugiados bus a Croacia, Croacia los lleva en bus a Hungría y Hungría, a Austria. Los problemas llegan cuando se rompe el engranaje", afirma.
La cuestión es que el engranaje se rompió el pasado día 18 cuando Croacia, desbordada por una cantidad de llegadas que no esperaba, decidió cerrar varios de sus pasos fronterizos con Serbia, impidiendo también la entrada de decenas de transportistas dirigidos al norte de Europa. En represalia, Serbia prohibió la entrada de productos croatas. Y en esa espiral, Zagreb vetó luego, no solo la entrada de "vehículos con matrícula serbia" sino también "de personas de nacionalidad serbia", indicaba un comunicado del Gobierno croata el miércoles.
LLAMADA DE MOGHERINI "El primer ministro croata (Zoran Milanovic) es idiota", tituló el tabloide serbio Kurir , uno de los de mayor circulación en Serbia. "Esas medidas pueden compararse con las que se tomaban en la Croacia fascista", abundó en una nota el Ministerio de Exteriores serbio. Mientras, la oposición política, la conservadora Unión Democrática Croata, también atizaba los ánimos, en vista de las elecciones previstas en Croacia para noviembre. Hasta la Comisión Europea intervino y la jefa de la diplomacia de la UE, Federica Mogherini, telefoneó el viernes a los primeros ministros de los dos países, a quienes instó a "tener una actitud constructiva que permita solucionar esta cuestión y restablecer los flujos comerciales". Ayer, Croacia aceptó reabrir de nuevo la frontera, sin que se sepa hasta cuándo. En las últimas horas se batió el récord de 10.000 entradas en el país, que ha recibido en una semana a 60.000 personas.
La tensión está lejos de haberse disipado, como confirmaban las palabras de la diputada croata Karolina Leakovic, del socialdemócrata SDP, el partido de Milanovic. "Croacia no tiene ninguna intención de convertirse en un centro de internamiento de inmigrantes. Ha sido muy clara al respecto ante la Unión Europea, en relación también con los últimos acontecimientos en Hungría y Eslovenia", dijo.
La situación amenaza con tener graves repercusiones económicas. Entre ellas, que la zona es un importante punto de tránsito de los productos provenientes de Oriente Próximo y Turquía y que van por tierra a Europa occidental. Según los informes de la Comisión Europea, por el paso de Bajakovo/Batrovci, pasan más de cinco millones de camiones al año. Las rutas alternativas --Bulgaria, Rumanía-- son más largas y costosas.
Hungría amenaza con cerrar completamente sus fronteras con Croacia, algo que bloquearía los refugiados allí.
Para evitar un posible desvío del tráfico de refugiados por Eslovenia, Hungría ha empezado también a levantar alambradas en la frontera con eses país, algo inédito entre dos países que forman parte del espacio Schengen de libre circulación.
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