Una nueva tragedia ha golpeado este jueves a los musulmanes que peregrinan a la ciudad santa de La Meca, en Arabia Saudí. Al menos 717 personas murieron y 850 resultaron heridas en una avalancha que constituye el peor desastre vivido en el Haj -la gran peregrinación- en los últimos 25 años, según las autoridades saudís.

La estampida se produjo en Mina, a unos 15 kilómetros de La Meca, cuando miles de personas participaban en el «apedreamiento del diablo», el principal rito del Haj, uno de los cinco pilares del Islam, que todo musulmán con capacidad para hacerlo debe efectuar al menos una vez en la vida.

En el apedreamiento, los peregrinos lanzan piedras contra una pared y tres columnas que representan las tentaciones del diablo, para simbolizar que rechazan el mal.

La avalancha tuvo lugar en la calle 204, una de las dos principales arterias que llevan de Mina a Jamarat, donde está el lugar del apedreamiento. Y fue el primer día del Eid al Adha, la Fiesta del Sacrificio musulmana, tan solo tres semanas después de que se derrumbara una grúa en la Gran Mezquita de La Meca, matara a 109 personas e hiriera a 400.

Los Servicios de Defensa Civil saudís afirmaron que unas 4.000 personas y 220 unidades de emergencia y equipos de rescate se enviaron a Jamarat. Los heridos fueron trasladados a cuatro hospitales de la zona; algunos fueron evacuados en helicóptero.

En los últimos años, las autoridades saudís han invertido miles de millones de dólares en la mejora de las infraestructuras y los accesos a La Meca y a los lugares más sagrados, pero los avances no han sido suficientes para evitar tragedias cuando se congregan más de dos millones de personas, como ayer.

AMPLIACIÓN

En el caso de Jamarat, se ampliaron las tres columnas, se construyó un puente de tres pisos alrededor de las mismas para ampliar la zona donde podían colocarse los peregrinos y se aumentaron los puntos de acceso. Algunas de las obras, como las de ampliación de la Gran Mezquita, son controvertidas, porque se llevan a cabo para que el recinto pueda acoger hasta 2,2 millones de personas a la vez. Las autoridades han reducido el número de peregrinos cuya entrada permite.

Este jueves, centenares de peregrinos asustados y conmovidos por la tragedia tuvieron que tomar rutas alternativas que abrieron las fuerzas de seguridad para evitar más avalanchas. «Estoy muy cansado ya y después de lo que ha ocurrido no puedo ir allí [a Jamarat]. Esperaré a esta noche y si las cosas no se han resuelto, veré si alguien puede llevar a cabo el ritual en mi nombre», dijo un peregrino a la agencia Reuters.

Más de 100.000 policías y miles de cámaras de vídeo están desplegadas en la zona para dispersar a las multitudes si llegan a ser demasiado densas. Los agentes advierten a los peregrinos constantemente por megafonía que no se empujen y que entren y salgan por vías distintas.