¿Para que necesitamos al Mistral?". Lleno de orgullo patriótico, aquel ciudadano anónimo contemplaba, en uno de los pabellones del Centro de Congresos y Exposiciones del Ministerio de Defensa de Kúbinka, en los alrededores de Moscú, la pequeña maqueta de un portaeronaves de color blanco. Lo que tenía ante sus ojos era, nada más y nada menos, que la respuesta del Kremlin a la negativa de Francia de cumplimentar con el contrato, firmado en el 2010, para la fabricación de dos buques anfibios de asalto tipo Mistral, capaces de transportar 16 helicópteros, 4 barcazas y 70 blindados. Con la entrega a la Marina rusa cancelada debido a la guerra en Ucrania y a la creciente tensión con Occidente, Moscú había decidido diseñar su propia versión del navío, y exponer su prototipo en la feria de armamento que se celebra anualmente a mediados de junio.

La construcción de su propio buque de asalto anfibio no es más que una más del conjunto de medidas que está adoptando el liderazgo ruso desde hace más de una década para renovar y reformar a sus Fuerzas Armadas. Se trata de un esfuerzo prolongado de varios años, que aspira a reconvertir al viejo Ejército heredado de la URSS, sobredimensionado y con dificultades para responder a los desafíos de seguridad del siglo XXI, en una fuerza moderna, profesional y capaz de disuadir a la OTAN, la alianza militar que sigue siendo su gran enemigo. En un artículo publicado en el 2012 y titulado Ser fuertes es la garantía de la seguridad nacional rusa, el presidente ruso, Vladímir Putin, reconoció públicamente las debilidades de su Ejército: "La experiencia nos indica que el potencial de desarrollo de la antigua estructura militar rusa, que llegó a nosotros de la URSS, está completamente agotada", escribió entonces el líder del Kremlin, llegando a la conclusión de que el país necesitaba "un nuevo Ejército".

El proceso arrancó oficialmente en el 2008 y se prolongará hasta el 2020. La creciente tensión con Occidente no ha hecho más que incrementar la sensación de urgencia entre los representantes del complejo militar-industrial de que hay que concluir con éxito y cuanto antes la modernización militar. "Nuestros enemigos se arman, y tenemos que defendernos; se habla de que serán desplegadas armas atómicas en Gran Bretaña", declaró por teléfono a este periódico Igor Korotchenko, redactor jefe de la revista Defensa Nacional y experto en temas militares.

PROCESO DE TRES FASES El proceso consta de tres fases. La primera, entre el 2008 y el 2011, pretendía optimizar los recursos humanos y mejorar la formación. Durante este periodo, el número de oficiales se redujo de 365.000 a 142.000, es decir, un 61%. En la segunda fase, que arrancó en el 2012 y se ha prolongado hasta el año actual, el objetivo principal ha consistido en mejorar las condiciones de vida del personal militar, desterrando para siempre esas imágenes de soldados desnutridos y mal pagados que combatían en Chechenia en los años 90 y que aparecían regularmente en los medios de prensa occidentales.

En la tercera fase, entre el año 2016 y el 2020, las Fuerzas Armadas rusas pretenden acometer el "rearme" y contar, para finales de la presente década, con armamento moderno. "Para esta fecha, entre el 70% y el 75% del armamento será de nueva generación", declaró a este diario, también por teléfono, Franz Klintsevich, vicepresidente del comité para la Defensa de la Duma. Las recientes declaraciones de Putin, anunciando que las fuerzas nucleares rusas se dotarían de 40