La firma del acuerdo era lo más difícil, pero ahora falta una segunda parte para que Barack Obama pueda enarbolarlo como la piedra angular de su legado en política exterior. Durante los dos próximos meses, el presidente de Estados Unidos tendrá que recabar suficientes apoyos en el Congreso para que el pacto sea ratificado en las dos cámaras. Y no será fácil. Como ya demostraron ayer sus líderes, se espera que el rechazo republicano al acuerdo sea prácticamente unánime, por lo que Obama tendrá que mendigar apoyos en las filas de su partido a poco más de un año de las elecciones.

La postura republicana, el partido más fiel a Israel en el Congreso, la dejó ayer clara su líder en la Cámara Baja. John Boehner aseguró que el acuerdo es "inaceptable" y anunció que su formación hará "todo lo necesario" para detenerlo. "Mediante el alivio de las sanciones se entregarán millones de dólares a un régimen peligroso, al tiempo que se allana el camino para un Irán nuclear", aseguró el hombre que invitó personalmente en marzo al israelí Binyamin Netanyahu para que denunciara ante el Congreso el acuerdo ahora firmado. Pese a la guerra que esperan dar los conservadores, será complicado que se salgan con la suya porque la aritmética favorece al presidente. Si el Congreso rechaza el acuerdo, Obama lo vetará, y la única manera de revocar ese veto sería con los apoyos de dos tercios de las dos cámaras, una posibilidad bastante remota. Este acuerdo se convertirá sin duda en uno de los temas de la campaña electoral.