Apenas unos minutos después de la medianoche, en la remota isla de Nusakambangan, los disparos de 12 oficiales del Ejército indonesio pusieron punto final a la vida del brasileño afectado de esquizofrenia Rodrigo Muxfeldt Gularte; de los australianos Andrew Chan y Myuran Sukumaran; el ghanés Martin Anderson; el indonesio Zainal Abidin y los nigerianos Raheem Agbaje, Silvester Obiekwe Nwaolise y Okwudili Oyatanze, condenados a la pena capital por tráfico de drogas. La "terapia de choque" contra el narcotráfico del presidente indonesio, Joko Widodo, había sido aplicada sin miramientos. Todo ello a pesar de las peticiones de los gobiernos de Australia, Brasil y Filipinas, además del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para detener las ejecuciones.

"Resulta escandaloso que un país cuyas instituciones padecen una corrupción endémica utilice la ejecución de ciudadanos extranjeros como un instrumento político", explicó a este diario la directora de Human Rights Watch (HRW) en Brasil, Maria Laura Canineu. HRW intentó hasta el último momento asesorar a los familiares del brasileño Gularte y de la filipina Mary Jane Veloso, cuyos casos eran claramente violaciones de la legislación internacional. "Ejecutar a un enfermo de esquizofrenia no solamente viola todos los acuerdos internacionales a los que Indonesia se adhirió en los últimos años, sino que infringe la propia ley del país", aclaró la activista, que al igual que el Gobierno de Brasil exigía por motivos humanitarios el internamiento inmediato del brasileño en una institución mental. En el caso de Veloso, de 30 años, la experta no dudó en afirmar que se trata "del clásico ejemplo de persona víctima de las redes internacional de tráfico de drogas". La filipina fue utilizada como mula cuando viajó en el 2006 a Indonesia para trabajar como asistenta doméstica. En el forro interior de su equipaje un amigo había ocultado 2,6 kilos de cocaína.

Pero la confesión de la compatriota Maria Cristina Sergio ante la policía filipina, asegurando haber sido responsable de la elección de Veloso para el transporte, precipitó la suspensión de la ejecución, en una decisión sin precedentes de Widodo.