Bhim Bahadur Khatri, cocinero y también sherpa, estaba preparando la comida en una tienda de campaña del campamento base del Everest cuando una avalancha se abalanzó sobre él y sus compañeros como un gran monstruo con los brazos abiertos. "A todos nos apuraron a salir al cielo abierto y al instante un enorme muro de nieve se nos precipitó encima. Me las arreglé para desenterrarme de lo que fácilmente podría haber sido mi tumba. Me moví, usé mis manos como garras para excavar tanto como pude. Me ahogaba, no podía respirar. Pero yo sabía que tenía que sobrevivir".

Cuando por fin se cavó su salida, tragó aire fresco con la ansiedad del que sabe que acaba de salvar la vida, pero le golpeó entonces la devastación que vio a su alrededor. Parte de lo que era el campamento base había desaparecido. "Yo había sobrevivido, pero perdí a muchos de mis amigos".

Este estremecedor relato a la agencia AP del sherpa-cocinero coincide con el de muchos otros escaladores que se encontraban en el Everest: la suerte de ser superviviente, de no correr la misma desgracia que 18 montañistas que no pudieron escapar.

Algunos testigos indicaron que la avalancha comenzó en el monte Pumori, de un 7.000 metros de altura, a pocos kilómetros del Everest, y fue ganando fuerza mientras se dirigía hacia el campamento base. Numerosos escaladores permanecieron varados muchas horas en las rutas anteriores al campamento base, pero a lo largo del día pudieron avanzar o ser evacuados.

El Everest atrae a una amplia gama de escaladores, en particular ahora en abril, muchos de los cuales tienen una amplia formación y vienen preparados con suministros médicos. Varios trabajan como guías profesionales y seguro que pudieron ayudar.

George Foulsham, un escalador de Singapur, explicó a la agencia France Press su odisea. "Vino a mí una ola de nieve de cinco pisos. Corrí y me aplastó. Traté de levantarme y me aplastó nuevo. No podía respirar, pensé que moriría. Finalmente me puse de pie y no podía ni creérmelo. Con todo lo que me había pasado por encima y yo estaba casi intacto".

El susto hizo ver a Foulsham que su sueño de escalar el Everest, de 8.850 metros, ya no será posible. "He esperado años para intentarlo, pero siento como si la montaña me dijera que no lo va a permitir". Seguramente no es el único con esa sensación de fatalidad.

El año pasado una avalancha mató a 16 sherpas nepalíes, en la que hasta entonces era la más mortífera. Ayer, tras el terremoto del sábado, se produjeron réplicas que provocaron nuevas avalanchas, dificultaron el rescate y asustaron a los que permanecían atrapados. Fue el caso del centenar de montañeros que se vieron sin posibilidad de bajar desde los campamentos 1 y 2, ya que las rutas quedaron bloqueadas. Los helicópteros rescataron a los más malheridos y los trasladaron a un hospital.

El ministro de Turismo nepalí calculó que en el campamento base se llegaron a agrupar hasta un millar de amantes de la escalada, entre ellos unos 400 extranjeros.