La Policía sudafricana registró anoche el albergue de trabajadores del "township" de Alexandra (Johannesburgo), supuestamente uno de los focos de la ola de saqueos a comercios regentados por inmigrantes y ataques a extranjeros que ha vivido Sudáfrica en las últimas semanas.

Como ocurriera 24 horas antes en el albergue de trabajadores de Jeppestown -donde viven los responsables de algunos de los peores desórdenes de esta crisis xenófoba-, el Ejército sudafricano, desplegado en la calle, cubrió la entrada de los agentes a los edificios.

La Policía no ha revelado hasta el momento si realizó detenciones o confiscó armas o bienes robados en el albergue de Alexandra, donde viven jóvenes trabajadores no cualificados, en algunos casos desempleados, procedentes de otras regiones de Sudáfrica.

Según medios sudafricanos, la razia fue menos tensa que la del día anterior y los agentes se incautaron de algunas armas blancas.

Decenas de inmigrantes de países como Zimbabue o Mozambique han tenido que abandonar, tras ser atacados o recibir amenazas, el antiguo gueto negro de Alexandra, donde un inmigrante mozambiqueño fue asesinado el fin de semana.

Las autoridades sudafricanas comenzaron el martes antes de medianoche esta serie de redadas, después de que el Gobierno anunciara que recurriría al Ejército para apoyar a la Policía en sus esfuerzos por poner fin a la violencia contra inmigrantes africanos y de países asiáticos.

La situación ha vuelto esta semana a la normalidad en las calles de Johannesburgo y Durban, anunció la Policía en un comunicado.

Once personas fueron detenidas en la redada al albergue de Jeppestown, y se espera que estas operaciones se extiendan a otros lugares de Johannesburgo relacionados con la delincuencia.

Los operativos de la Policía y el Ejército podrían extenderse también a la ciudad oriental de Durban, donde se desató en marzo la oleada de ataques xenófobos que ha causado miles de desplazados y se ha cobrado siete vidas.

El Gobierno ha explicado que busca recuperar su autoridad en las calles y en zonas que sirven de refugio a los responsables e instigadores de actos de delincuencia, no necesariamente relacionada con la xenofobia.

Mientras tanto, cientos de estos desplazados continúan viviendo en campos improvisados por el Gobierno y las ONGs, a la espera de poder regresar a los "townships" de donde fueron expulsados o de ser repatriados a sus países.

Grupos de inmigrantes de países como Zimbabue, Malaui y Mozambique ya han vuelto a casa en autobuses fletados por sus Gobiernos.

Miles de personas se espera que se manifiesten hoy por el centro de Johannesburgo en una marcha contra los ataques xenófobos convocada por la sociedad civil.

Según estimaciones del Centro Africano para la Migración y la Sociedad, alrededor de 350 inmigrantes han sido asesinados desde 2008 en Sudáfrica.

Los estallidos xenófobos son un fenómeno recurrente en el país austral, que sufre altas tasas de desempleo y donde se acusa a los inmigrantes de otros países africanos de quitar el trabajo a los locales.