"Tengo la impresión de que me siguen por todas partes". Es lo primero que cuenta Wassel Bouzid, guía turístico. De hecho, para esta entrevista, hizo cambiar el lugar de la cita por temor a que al taxista le hubiera dado tiempo de informar a los "malos" de la presencia de españoles en su vehículo. Wassel necesita atención psiquiátrica. Lo reconocen él y su mujer, que llega al restaurante al poco tiempo. "Estamos muy asustados. Lo de mi marido ha sido un milagro".

Wassel no reconoce su heroicidad porque vio a gente morir cuando escapaba junto a un grupo de turistas extranjeros hacia uno de los laterales del museo. "Pensé en el lado izquierdo porque la huida por la derecha era imposible, ya que los terroristas entraron por ahí, donde se encuentra la puerta principal y después accedieron al museo. La escapatoria solo pasaba por el lado izquierdo", narra a punto de echarse a llorar. Toma aire y prosigue: "Lo tenían todo preparado. Venían a por nosotros. Nos siguieron desde que los clientes se bajaron del crucero hasta que llegamos al Bardo".

Tanto Wassel como parte de su grupo --eran 40 turistas, entre ellos al menos 15 españoles-- se salvaron milagrosamente. Concedió a sus clientes 15 minutos de descanso. Diez de ellos regresaron al autobús y el resto se dispersó por la zona. "Me encendí un cigarrillo y, de repente, me giro y veo a un chico muy joven, con pantalón tejano y un jersey de color granate, sacar un arma de su bolsa. Por unos instantes, pensé que era alguien de la seguridad, pero al ver que dispararon contra los turistas, enloquecí".

Se sorprendió de que el joven asaltante tuviera problemas para cargar el arma. "Estaba nervioso e invirtió dos minutos para el ataque". Su reacción fue la de gritar a los turistas más próximos a él. "¡Corred hacia el otro lado. Corred hacia la izquierda!". Todos gritaban desesperadamente. "Miré atrás y vi que alguno de ellos cayeron abatidos al suelo. Después, nos metimos en una parte del edifico que colinda con el Parlamento. Yo me encerré con otras tres personas en una sala. Hasta que dejamos de oír no los disparos, no salimos. Los terroristas ya habían dejado el párking donde se encontraban los autobuses y empezaron los tiros dentro del museo".

Atrapado por el miedo, Wassel inició algo que había abandonado hace tiempo: las plegarias. "Solo pensaba en mis hijos. Gritaba: 'Mis hijos, señor, mis hijos'". El guía turístico llamó por teléfono a su chófer, que suplicó a todos los turistas esconderse bajo los asientos del coche. Después se los llevó hasta un cuartel militar, cerca del museo. Desafortunadamente, las balas de uno de los terroristas que subió unos segundos al autobús acabó con la vida de la pareja de Barcelona y un ciudadano colombiano. "Murieron en el acto".