Donald Tusk tiene una larga carrera política a sus espaldas en la que merecen destacarse tres puntos, haber acabado con el chovinismo y revanchismo ultraconservador de los gemelos Kaczynski, haber sido el primer ministro polaco de mayor duración desde su nombramiento en el 2007, y haber evitado la recesión en su país.

Tusk (Gdansk, 1957) es hijo de un carpintero y una enfermera. Pertenece a la minoría eslava de los casubios, una minoría de frontera, en las orillas del Báltico, vista con recelo por nazis y comunistas. Haber nacido en Gdansk, la ciudad báltica que fue cuna del sindicato Solidarnosc, y haber pasado en ella la juventud en un momento histórico tan decisivo le marcó. Como estudiante de Historia participó en el sindicato estudiantil que rompió el monopolio del comunista.

La ley marcial impuesta por el general Wojciech Jaruzelski en 1981 le llevó a tener que ganarse la vida en la construcción. Creó una cooperativa del ramo de la pintura que era una de las escasas formas de propiedad privada en la Polonia comunista. Allí descubrió la economía de libre mercado y la iniciativa privada, dos pilares de su ideario político. Su conservadurismo moderado en cuestiones sociales como el aborto o la oposición a la legalización de la marihuana no le han librado de los feroces ataques de la popular emisora ultracatólica Radio María. Convencido europeísta, siempre ha reclamado un papel de primer plano para Polonia en Europa y ha sido muy crítico con el poder de decisión del eje franco-alemán.