La decisión se ha tomado por "consenso absoluto", según informó el Elíseo, pero otras fuentes apuntan a que el primer ministro, Manuel Valls, le dijo el domingo por la noche al presidente francés, François Hollande: "¡O Montebourg, o yo!". La cuestión, sin embargo, es irrelevante. Porque Hollande y Valls estaban decididos a cortar por lo sano, tras las declaraciones, en las últimas horas del ministro de Economía e Industria, (Arnaud) Montebourg, contra la política de austeridad del Gobierno y, más allá, la política "impuesta" por la cancillera alemana Angela Merkel. El resultado inédito de todo ello se produjo ayer por la mañana, con la dimisión del Ejecutivo en pleno para que Hollande volviera a encargar a Valls la formación de un nuevo Gobierno, en esta ocasión sin Montebourg, quien anunció desde su ministerio que se iba, antes de que hoy martes se haga público la composición del nuevo equipo ministerial.

También se van el titular de Educación, Benoît Hamon, y su homóloga de Cultura, Aurélie Filipetti. Esta no dudó ayer en enviar una carta al diario Le Monde para manifestar que prefiere "la lealtad a sus ideales al deber de solidaridad" gubernamental. Hamon, que el domingo participó activamente en la tradicional fiesta de la rosa que organiza cada mes de agosto Montebourg en su feudo en la Borgoña, lo anunció personalmente por la noche en la televisión. La ya exministra llevaba solo cinco meses en el cargo y su marcha se produce a solo una semana del inicio del curso escolar. La otra víctima de la crisis puede ser la ministra de Justicia, Christiane Taubira, quien logró la aprobación del matrimonio homosexual en Francia.

A Valls este Gobierno únicamente le ha durado 147 días, desde su nominación en abril pasado tras las malos resultados de Partido Socialista en las municipales. En su momento, Montebourg y Hamon le dieron su apoyo para destronar a Jean-Marc Ayrault como primer ministro a pesar de sentirse lejos de los postulados liberales de Valls. Era una estrategia generacional, de cuarentones o acabados de salir de esa edad, para intentar renovar el partido. Pero, desde entonces, Hollande todavía ha acentuado más su apuesta por un Pacto de Responsabilidad que de hecho es un pacto con los actores sociales para hacer recortes y reducir el déficit conforme a las demandas que llegan desde Bruselas.

BAJA POPULARIDAD El peligro del tándem Hollande-Valls es que se queden aislados políticamente. Le Journal du Dimanche publicaba este domingo una encuesta en la que el presidente volvía a caer a mínimos con sólo un 17% de popularidad. Pero el primer ministro también sale afectado porque en un mes pierde nueve puntos y baja al 36%.

En la Asamblea Nacional, el voto para aprobar un recorte de 50.000 millones de euros en los presupuesto de aquí al 2017 ya se saldó con una corta mayoría de 16 diputados porque algunos socialistas se opusieron. Son los llamados "contestatarios", que en estos momentos podrían aumentar alimentándose de estos jefes de fila caídos del Ejecutivo. El escenario a evitar para el Elíseo es la disolución de la cámara para convocar elecciones legislativas anticipadas.

Es lo que ha pedido ya la jefa del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, que en los pasados comicios europeos de mayo se convirtió en el primer partido político francés, con el 25% de los votos. En medio, la derecha de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) se halla en una profunda crisis sin un líder claro tras la incógnita de si el expresidente Nicolas Sarkozy vuelve al primer plano.

En las primarias socialistas celebradas hace tres años, Montebourg quedó en tercera posición con el 17% de los votos tras Hollande y Martine Aubry. Valls únicamente obtuvo un 5%. Con este golpe de fuerza, Hollande continúa su viaje al centro acompañado por Valls, pero está por ver si será comprendido por su electorado.