La sombra de un inminente ensayo nuclear norcoreano acompañó la visita a Seúl de Barack Obama, presidente estadounidense. "No podemos titubear. Tenemos que dejar claro que, conjuntamente con nuestros aliados, continuaremos presionando a Corea del Norte para que cambie su actitud", dijo.

Los desmanes norcoreanos acaparan la agenda de cualquier visita presidencial estadounidense a Seúl. Se suceden los inquilinos en la Casa Blanca y continúa la dinastía Kim en Pyonyang, una piedra en el zapato de Washington desde hace más de medio siglo. Nada ha funcionado. "Corea del Norte es ya el país más aislado del mundo", recordó ayer Barack Obama.

Ahí reside el fracaso: la acumulación de sanciones para aislar a un país con vocación aislacionista no funcionan. "Su gente sufre terriblemente por las decisiones de sus líderes. Y no vamos a encontrar una bala mágica para solucionar el problema de la noche a la mañana", admitió.

El cuarto ensayo nuclear no sería una sorpresa. Pyongyang suele aprovechar las visitas a la zona de líderes occidentales que considera hostiles para sus demostraciones de fuerza.

CARRERA ARMAMENTISTICA Tanto los servicios de vigilancia de Seúl como el Instituto coreanoestadounidense de la Universidad Johns Hopkins han detectado en los últimos días una actividad bulliciosa en Punggye-ri, lugar habitual de las detonaciones norcoreanas. Obama, ignorando las opiniones de los expertos, pidió a Pekín que convenza a Pyongyang de que abandone su carrera nuclear y regrese a la mesa de negociaciones: eso es precisamente lo que intenta hacer desesperadamente China en los últimos años.

Park Geun-hye, su homóloga surcoreana, aseguró que sus vecinos del norte están "totalmente preparados" para el ensayo nuclear y alertó de que provocaría un "cambio fundamental" en la región. Las provocaciones norcoreanas estimularán la carrera armamentística en Asia ya que países en peligro (principalmente Corea del Sur y Japón, aliados de Washington en la zona) intentarán igualar el potencial de Pyongyang, añadió.

Obama también se refirió a las comfort women (miles de mujeres, principalmente surcoreanas, reclutadas a la fuerza por el Ejército japonés durante la segunda guerra mundial para su solaz sexual). El presidente subrayó que fueron violadas de forma espantosa incluso en un contexto bélico y que "merecen ser escuchadas y respetadas". El relativismo japonés sobre sus crímenes de guerra solivianta a Seúl.