El régimen sirio de Bashar el Asad ya no puede fabricar más armas químicas. La primera fase del programa para dejar a Damasco sin este tipo de armamento prohibido ha acabado con éxito. Ahora empieza la etapa más compleja y peligrosa, la de destruir la munición y las materias primas tóxicas almacenadas en diferentes partes de país.

"Siria ha cumplido la fecha límite (fijada para hoy) para completar la destrucción de la producción de armas químicas y el mezclado o llenado de equipos", anunció ayer en un comunicado la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), encargada, con la colaboración de las Naciones Unidas, de supervisar y ejecutar el plan de desarme en todo el país.

Desde que el equipo de la OPAQ, formado por ocho técnicos, inició el pasado 1 de octubre su trabajo en el país árabe, ha inspeccionado y sellado 21 de los 23 sitios de producción de armas químicas que el régimen de Damasco ha declarado tener. Los dos restantes no han podido ser visitados por "motivos de seguridad", aunque, según Damasco, el material ha sido trasladado a otras plantas y ahí supervisado por los inspectores de la OPAQ.

LA MAS DIFICIL Según su director, el turco Ahmed Uzumcu, la misión que lleva a cabo la OPAQ --galardonada este año con el premio Nobel de la Paz-- es "la más difícil que jamás ha emprendido" hasta ahora, entre otras razones porque se lleva a cabo en un país en guerra desde hace más de dos años y medio.

Una vez superada esta primera fase, la organización que dirige Uzumcu debe sentarse con el Gobierno de Damasco para negociar y pactar antes del 15 de noviembre un plan detallado para destruir, antes del próximo verano, todo el material químico bélico todavía activo. "Una destrucción sistemática, integral y verificable", dice la OPAQ.

Se calcula que Siria posee mil toneladas de material prohibido, como gas sarín o gas mostaza, entre otros, y una 290 toneladas de armas ya fabricadas. Amy Smithson, una experta en armas químicas del Instituto Monterey de EEUU, advirtió ayer en declaraciones a la agencia Reuters que el trabajo realizado hasta el momento por la OPAQ ha sido relativamente fácil en comparación con la fase que ahora empieza, que implica el transporte y la eliminación a lo largo de los seis primeros meses de 2014 de todas las sustancias y armas prohibidas almacenas.

Smithson dijo que la eliminación total de las armas depende en última instancia "de la buena voluntad de Damasco" y recordó cómo los fallecidos líderes árabes, el libio Muamar el Gadafi, y el iraquí, Sadam Hussein, ya intentaron en su momento "engañar" a los inspectores internacionales.

MEDIACION DE RUSIA El régimen de Bashar el Asad aceptó, con la mediación de Rusia, sellar las plantas de producción y la destrucción de su arsenal químico para evitar un ataque militar de Estados Unidos. Asad declaró entonces que aceptaba "para evitar que Siria y toda la zona entraran en guerra".

Poco antes, Washington acusó a Damasco de matar a 1.400 civiles tras un ataque con gas sarín en un suburbio de Damasco el pasado 21 de agosto. El régimen sirio negó la acusación y señaló como responsable a la oposición armada.

La guerra civil en siria ya ha causado la muerte a más de 100.000 personas desde su comienzo en marzo del 2011, según cifras tanto del Observatorio Sirio de Derechos Humanos como de Naciones Unidas. Ayer, Amnistía Internacional denunció que el Gobierno de Jordania devuelve a centenares de refugiados sirios a su país de origen. Amman, sin embargo, lo desmintió.

Se calcula que a finales de este año habrán huido de Siria un total de 3,5 millones de personas, según la ONU. En la actualidad, 4,5 millones han abandonado sus hogares para buscar refugio en zonas más seguras en el interior del país.