Nadie podía imaginar que Heinrich Müller iba a acabar con sus huesos en una fosa común de un cementerio judío en pleno centro de Berlín. Sin embargo, según publicó ayer el diario Bild , el que era jefe de la Gestapo fue enterrado en 1945 en el mismo lugar donde reposan los restos, entre otros, de Moses Mendelssohn, el filósofo alemán del siglo XVIII, ferviente defensor de los derechos de los judíos. El cementerio fue destrozado en 1943 por miembros de la Gestapo.

Müller era un funcionario fiel. Antes del ascenso al poder de Hitler, había destacado como un eficaz investigador de la policía, dedicado intensamente a luchar contra los comunistas. Por esto, cuando el jefe de las SS, Heinrich Himmler, planeó la policía secreta del Reich, la temida Gestapo, pensó en Müller para dirigirla. Tuvo que vencer la resistencia de miembros de la más alta jerarquía del partido nazi, que no olvidaban que el resolutivo policía había tenido también un papel decisivo en la represión contra los nazis que intentaron el golpe de estado en 1923.

Participó en la conferencia de Wansee de 1942 en la que los dirigentes nazis decidieron la terrible Solución final contra el pueblo judío, que supuso el asesinato de 6 millones de judíos en la Europa entonces ocupada por los nazis durante la segunda guerra mundial. Y como jefe de la Gestapo fue el responsable directo de las mayores atrocidades contra este y otros colectivos en los campos de concentración.

Ejecución de Hegelein

Su historia después de la guerra está rodeada de misterios. Los servicios secretos occidentales pensaron que Müller siguió vivo durante años después de la guerra. Se le ubicó en la antigua Checoslovaquia; más tarde, en Argentina. Según un documento del espionaje alemán, que ayer citaba el Bild , en 1949 se encontraba en la localidad checa de Karlsbad.

La última operación en la que participó de forma activa fue en el interrogatorio y posterior ejecución de Hermann Fegelein, general de las SS, que estaba casado con la hermana de Eva Braun, la esposa de Hitler, capturado por la Gestapo y acusado de desertor. Los hechos tuvieron lugar el 29 de abril de 1945 en el búnker donde Hitler pasó sus últimos días. Días después se le dio por muerto, pero su cuerpo no apareció allí donde se creía que fue enterrado. Después se le perdió la pista.

68 años después, las investigaciones del profesor Johannes Tuchel, director del Centro Conmemorativo de la Resistencia Alemana, han desmentido todas las teorías sobre el paradero de Müller, y han descubierto que su destino final fue una fosa común del cementerio judío del distrito berlinés de Mitte.

El diario reproduce un documento que elimina cualquier duda sobre la veracidad del hallazgo: escrito a mano, en el registro del distrito berlinés se distingue claramente el nombre de Heinrich Müller, su fecha de nacimiento, la referencia a su cargo y el dato más concluyente, el lugar donde fue enterrado. El investigador declara al Bild que el cadáver de Müller llevaba el uniforme de general de las SS y que en el bolsillo interior izquierdo se encontró un carnet con su foto.

Dieter Graumann, del Consejo Central Judío, expresó ayer su indignación por que "uno de los sádicos nazis más brutales" esté enterrado en un cementerio judío.