Estaba llamado a liderar el partido laborista. A plantarle cara a David Cameron en las próximas elecciones. Pero a David Miliband nada le ha salido como estaba previsto. La gran esperanza del laborismo británico, su figura más autorizada y prometedora, deja la política a los 47 años y se marcha del país. Es el desenlace a la dramática lucha por el poder entre dos hermanos, al golpe de mano fratricida de Ed, el más pequeño, que dejó a David fuera de combate.

David Miliband tenía 29 años cuando Tony Blair, entonces en la oposición, le incluyó en su equipo. El fue uno de los grandes artífices de la reforma del laborismo. Su ascenso político fue fulgurante. En 10 años pasó de ser un simple diputado a convertirse en uno de los más jóvenes ministros de asuntos exteriores en la historia del Reino Unido. Para entonces Ed, con cuatro años menos que David, ya había logrado la cartera de Energía y comenzaba a pisarle los talones. Cada hermano pertenecía a feudos diferentes. El primero estaba con Gordon Brown. David era un hombre de Blair, un pragmático modernizador.

Cuando Brown perdió las elecciones en el 2010 y salió de escena, todos los ojos se volvieron hacia el mayor de los Miliband. Estaba cantado que sería el futuro líder laborista. Ni siquiera cuando Ed, rompiendo un acuerdo tácito, decidió presentarse, parecía capaz de arrebatarle el triunfo. Pero lo hizo. Instantes después de conocerse el resultado, los dos hermanos se abrazaron en público, con sonrisas forzadas. En privado apenas se han vuelto a hablar. David se instalará en Nueva York con su esposa, la violinista Louise Shackeltony, y sus dos hijos. Estará al frente de la organización International Rescue Commitee, fundada en 1930 a sugerencia de Albert Einstein, para ayudar a quienes, como sus padres, huyeron de los nazis.