La ofensiva del ejército francés y de sus aliados malienses y chadianos contra los islamistas en Malí ha logrado importantes éxitos en el terreno militar y parece haber acabado con alguno de los principales cabecillas de los grupos terroristas, pero por el momento no ha logrado acabar con la pesadilla de los occidentales que permanecen secuestrados en algún punto del desierto entre Malí, Mauritania, Argelia y Nigeria.

Ayer, la organización terrorista Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) anunció la ejecución del rehén francés Phillipe Verdon, geólogo de profesión y secuestrado junto a otro compatriota en noviembre del 2011 en el norte de Malí. Según la agencia mauritana ANI, un portavoz de AQMI indicó que habían ejecutado a Verdon, calificado como "agente secreto de Francia", el pasado 10 de marzo en represalia por la intervención militar francesa en el país. Las autoridades francesas no han querido confirmar ni desmentir la versión del grupo terrorista.

Francia tiene en la actualidad 14 rehenes en Africa, siete de ellos en manos de AQMI o de grupos afines. Los familiares de los secuestrados han mostrado su inquietud por la suerte de estos tras la ofensiva de Francia y sus aliados en Malí y las muertes de líderes terroristas como Mokhart Belmokhtar.

Desde el incio de las hostilidades, además, Francia ya ha comunicado a los familiares que a estas alturas del conflicto es impensable plantearse una negociación con los terroristas para liberar a los rehenes a cambio de dinero.

Retenidos en Camerún

Ayer mismo se difundió también una grabación de audio en la que la voz del padre de una familia francesa de siete miembros, cuatro de ellos niños, secuestrados en territorio de Camerún el pasado 19 de febrero, pedía al Gobierno francés que aceptara las exigencias de sus secuestradores.

"Estamos retenidos desde hace 25 días en un lugar desértico. Nuestras condiciones de vida son muy duras, sobre todo para los niños. Perdemos fuerzas cada día y empezamos a enfermar. No aguantaremos mucho tiempo", concluye Tanguy Moulin-Fournier, el padre de familia, secuestrado junto con su mujer, sus cuatro hijos y otro familiar.

En su dramático llamamiento, Moulin-Fournier pide al embajador francés en Camerún que haga todo lo posible para que las autoridades locales liberen a los miembros de la secta Boko Haram encarcelados en aquel país africano. El Gobierno camerunés se niega a emprender cualquier negociación.