Sin abandonar la cautela que ha caracterizado la posición estadounidense en Siria desde que empezó la revuelta, el segundo mandato de Barack Obama parece haber traído un ligero cambio de actitud. El nuevo secretario de Estado, John Kerry, se comprometió ayer a ayudar a la oposición siria en el exilio con 60 millones de dólares, así como a entregar directamente a los rebeldes comida y medicinas para que puedan proveer servicios mínimos en las zonas que controlan dentro del país levantino. Aunque el anuncio no incluye las armas que reclaman los rebeldes, ahonda la implicación de Washington porque hasta ahora todas las ayudas se habían canalizado a través de oenegés y organismos internacionales.

Kerry hizo el anuncio durante las conversaciones en Roma de una docena de países árabes y occidentales con la llamada Coalición Nacional Siria, el principal grupo de la oposición en el exilio, encabezado por el islamista moderado Moaz Khatib. Harto de la escasa ayuda recibida hasta ahora de Occidente, Khatib estuvo a punto de boicotear la reunión, pero cambió de parecer después que EE UU le prometiera medidas concretas para incrementar la presión sobre el régimen de Bashar al Assad.

PRIMERA GIRA "No vamos a Roma simplemente a hablar. Vamos a tomar decisiones", dijo Kerry el lunes en Londres, la primera parada de su primera gira como secretario de Estado. La decisión adoptada ayer parece responder a la creciente preocupación de Washington y otras cancillerías occidentales al ver cómo los rebeldes islamistas y salafistas están liderando el combate en Siria y prestando servicios asistenciales en las zonas liberadas del control del régimen.

Falta por ver ahora si EE UU dará el siguiente paso, apuntado esta semana por Francia y el Reino Unido, de transferir a los rebeldes equipamiento militar defensivo. Varias fuentes no lo descartan, aunque Washington no se acaba de fiar de la oposición siria en el exilio y no tiene claro que sea lo suficientemente relevante dentro del país. Hasta ahora EEUU había entregado a los sirios 385 millones en ayuda humanitaria y otros 54 en equipamiento logístico como sistemas de comunicación.

De lo que no hay señales aún es que Washington vaya a armar a los rebeldes, un plan que preparó la CIA el verano pasado y abortó Obama pese a contar con el respaldo del Ejército y la secretaría de Estado. La Casa Blanca ha dejado hasta ahora que sean sus aliados en la región quienes armen a los rebeldes, pero la estrategia tiene serios riesgos.

"Es problemático porque al dejar que lo hagan los saudíes sus fondos financian a los grupos salafistas, mientras Turquía y Qatar prefieren a los Hermanos Musulmanes", dice Joshua Landis, profesor de estudios sobre Oriente Próximo en la Universidad de Oklahoma. A EEUU le gustaría aliarse con facciones laicas, pero como se ha demostrado recientemente en Egipto o Túnez, estos grupos tienden a estar mal organizados y ser débiles internamente.

Hay otros factores que, a juicio de Landis, hacen que EEUU sea tan reacio a implicarse en Siria, un país donde no tiene intereses comerciales, al que lleva aplicando sanciones desde los años 70. Por un lado, no quiere verse envuelto en una guerra de proximidad con Irán cuando trata de ganarse la confianza de los ayatolás en las negociaciones sobre el contencioso nuclear. Y por otro, tampoco quiere provocar demasiado a Rusia, con el que necesita mantener relaciones fluidas para lidiar sobre otros asuntos importantes.