El último escándalo sexual en la política británica llega en un mal momento para Nick Clegg. La semana en que los liberaldemócratas luchan por conservar un escaño en la elección que tendrá lugar el jueves, el partido se ha visto sacudido por varias denuncias de acoso sexual. El que fuera director general, Chris Rennard, que ahora ocupa un puesto en la Cámara de los Lores, ha sido acusado por cuatro mujeres de haber intentado abusar de ellas.

Algunos de los hechos se remontan al 2003 y los incidentes se prolongaron durante varios años. Rennard se habría valido de su posición de poder para hacer propuestas y tocamientos a colaboradoras o simpatizantes del partido. La cadena de televisión Channel 4 emitió la pasada semana los testimonios de varias de las presuntas víctimas, que en el marco de conferencias y eventos oficiales de fin de semana, se vieron acosadas por Rennard. El político niega las acusaciones, que están siendo objeto de dos investigaciones del partido.

Al menos una de las víctimas asegura haber informado en el pasado a dos de los responsables de los liberaldemócratas, sin que se haya tomado ninguna medida contra Rennard. Las miradas se han vuelto hacia Clegg, quien reconoce haber oído hablar de las alegaciones desde hace cinco años, pero niega haber tratado de ignorarlo y echado tierra sobre el asunto.

UN ESCAÑO EN EL AIRE Rennard ha abandonado el grupo de los liberales en la Cámara de los Lores y el comité encargado de la elaboración de los programas electorales. Desde el punto de vista político, la incógnita es la repercusión que tendrá el escándalo en la elección legislativa de la circunscripción de Eastleigh, en el sur de Inglaterra. El escaño quedó libre tras la dimisión del ex ministro liberal, Chris Huhne, procesado por haberle adjudicado una multa por exceso de velocidad, al carnet por puntos de su mujer.