El hombre elegido por Barack Obama para dirigir la secretaría de Defensa durante los próximos cuatro años pudo comprobar ayer lo costoso que puede llegar a ser el distanciarse de los dogmas que rigen la política exterior y militar de EEUU. Chuck Hagel se enfrentó al escrutinio feroz de una veintena de senadores en el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, la cámara que debe ratificarlo en el cargo. Arrinconado y a la defensiva, Hagel eludió algunas preguntas directas, tropezó en otras y pidió disculpas por sus comentarios sobre el "lobi judío". "Debería haber utilizado otros términos. Lo siento", dijo.

A tenor de la agresividad demostrada ayer por muchos de los senadores, sobre todo los republicanos, a Hagel le espera una complicadísima confirmación en el Senado. Todas sus posturas y declaraciones medianamente polémicas de los últimos 20 años fueron puestas ayer en entredicho. Se le preguntó por su oposición a las sanciones unilaterales a Irán, por sus comentarios sobre las presiones del lobi proisraelí, por sus críticas a la guerra de Irak, por su predisposición a reducir el presupuesto militar o por su apuesta para dialogar con Hamás. "Por entonces estábamos en un lugar distinto con Irán", dijo para explicar por qué votó contra las sanciones en el 2001 y el 2002.

CANSANCIO Tras decir en su introducción que apoya la política de Obama respecto al contencioso nuclear iraní, "basada en la prevención y no la contención", el cansancio o el subconsciente le jugaron una mala pasada. Hagel dijo que defendía la "política de contención" hasta que alguien le pasó una nota corrigiéndole y se retractó.

"Su historial demuestra lo que yo veo como la falta de una oposición firme a las políticas que reducen el poder y la influencia de EEUU en el mundo", dijo el republicano James Inhofe, en uno de los ataques de la jornada. Hagel se defendió como pudo. Dijo que hará lo posible por mantener "la superioridad militar" de Israel en la región, y tuvo que recalcar que considera a Hizbulá un grupo terrorista a pesar de que en el 2006 no firmó una carta pidiendo a la Unión Europea que lo designara como tal.

Hagel, que resultó herido en Vietnam, se enfrenta a enemigos muy poderosos. Al frente de la campaña para destruir su reputación hay grupos neoconservadores, lobis proisraelíes y de defensa de los homosexuales, que no le perdonan que en 1998 se refiriera a un embajador de EEUU como "agresivamente gay". Pero lo cierto es que sus posiciones no son muy distintas a las de Robert Gates, el primer secretario de Defensa de Obama, republicano como Hagel. Los dos creen que la guerra debería ser el último resorte, los dos creen que en la actual coyuntura económica hay que poner a dieta al Ejército y los dos prefieren las alianzas al unilateralismo.