La llegada de los soldados franceses a la ciudad de Kidal, último gran bastión de los islamistas en el norte de Mali, imprimió ayer un giro sustancial al conflicto. No solo desde el punto de vista militar. París instó ayer al Gobierno de Bamako a dialogar con los rebeldes independentistas tuaregs, que se aliaron con los yihadistas y ahora afirman que rechazan el terrorismo y que están dispuestos a buscar una "solución pacífica" a la crisis.

Tan solo 48 horas después de haber reconquistado las ciudades de Gao y Tombuctú, las tropas franco-malienses tomaron el aeropuerto de Kidal, donde tuvieron que enfrentarse a otro enemigo: una tempestad de arena bloqueó la movilidad del Ejército. En cambio, los islamistas, que controlaban la zona e imponían la sharia desde hacía más de 10 meses, no opusieron resistencia y se refugiaron en las montañas, cerca de la frontera con Argelia. La población recibió a las tropas franco-malienses con alegría pero con el temor de sufrir represalias por parte de los islamistas en cuanto se retiren

Encabezados por Al Qaeda en el Magreb Islámico (Aqmi), en los últimos meses lanzaron una ofensiva hacia el sur y estaban cerca de alcanzar la capital, Bamako, cuando el Gobierno de Mali pidió ayuda a París. La intervención militar francesa se inició el pasado 11 de enero.

HOJA DE RUTA Tras la toma de Kidal, Francia llamó al Gobierno maliense a "iniciar sin dilación el diálogo con los representantes legítimos de las poblaciones del norte y los grupos armados no terroristas que reconocen la integridad de Mali". Saludó también la adopción de una "hoja de ruta" política que prevé abrir una negociación en el marco de una "reconciliación nacional" y la convocatoria de elecciones el 31 de julio.

Hasta entonces, Francia quiere que el Ejército de los países africanos tome el relevo sobre el terreno.