Las autoridades israelíes continúan empleando armas letales para dispersar a manifestantes palestinos desarmados en Cisjordania que protestan por la ocupación de sus territorios, según ha denunciado el grupo de Derechos Humanos israelí B'Tselem.

Las Fuerzas de Defensa israelíes (IDF) han subrayado que el informe de B'Tselem "presenta una narración sesgada, basada principalmente en incidentes antiguos o que todavía están bajo investigación de la Policía Militar".

"Las IDF hacen todo lo que está en su mano para garantizar que el uso de medios antidisturbios es acorde con las reglas de compromiso", según un escrito del Ejército israelí enviado a la agencia Reuters.

De acuerdo con B'Tselem, "las fuerzas israelíes tienen órdenes explícitas de no utilizar munición real contra manifestantes que arrojan piedras".

Desde 2005, las fuerzas israelíes han matado a al menos 56 personas en enfrentamientos con palestinos que lanzan piedras, según la ONG israelí, que acusó a los militares de haber "violado de manera sistemática y exhaustiva" las normas que prohíben las represalias mortales por asaltos no letales.

Del total de víctimas mortales palestinas desde 2005, seis murieron por balas de metal recubiertas de goma y otros dos por bombas lacrimógenas, ambas supuestamente armas no letales utilizadas directamente contra los manifestantes, ha advertido B'Tselem, que ha confirmado que otras 48 han muerto a causa de fuego real.

En las últimas dos semanas, dos palestinos han muerto a manos de las fuerzas israelíes tras sufrir disparos en la cabeza en medio de los disturbios que, según altos cargos israelíes, podrían presagiar una Tercera Intifada.

"En la práctica, los miembros de las fuerzas de seguridad hacen uso casi rutinario de estas armas de manera ilegal y peligrosa mientras las autoridades israelíes hacen muy poco para evitar la repetición de estas conductas", de acuerdo con el informe del grupo de Derechos Humanos.

Las conversaciones de paz entre Israel y la Autoridad Palestina están congeladas desde 2010, lo que ha provocado que los palestinos se muestren cada vez más indignados ante el crecimiento del número de asentamientos judíos en Cisjordania.