Es pronto para saber exactamente cuál será el legado de los ocho años de presidencia de Obama, pero junto a leyes de calado como la reforma sanitaria, muy probablemente figurarán sus esfuerzos para hacer de EEUU un país más igualitario, inclusivo y adaptado a los cambios sociales. Ese fue el argumento central del discurso de su segunda investidura. Quizás lo que no esperaba el presidente es encontrar aliados inesperados en este pulso, como el Ejército, donde se han gestado los cambios para abolir las últimos escollos formales que enfrentaba la mujer en la carrera militar.

En una ceremonia celebrada en el Pentágono para conmemorar a Martin Luther King, el secretario de Defensa saliente, Leon Panetta, anunció ayer el fin de la prohibición que impedía hasta ahora a las mujeres servir en posiciones de combate. "Nuestro Ejército es más capaz y nuestras fuerzas son más poderosas cuando utilizamos la gran diversidad de habilidades del pueblo americano", dijo Panetta, en la que podría ser una de sus últimas intervenciones públicas antes de ser reemplazado por Chuck Hagel, un nombre que se enfrenta a una difícil confirmación en el Senado.

El anuncio revoca una directiva del Pentágono de 1994 que excluía formalmente a las mujeres de las unidades acorazadas, las unidades de artillería o las fuerzas especiales. Aunque de algún modo no hace más que adaptarse a las realidad sobre el terreno porque muchas mujeres han servido en primera línea de combate en Irak y Afganistán. En ambas guerras, en las que participaron 20.000 mujeres, 130 perdieron la vida y 800 resultaron heridas.

FIN DE UN ANACRONISMO El impulso para acabar con este anacronismo ha partido de la jefatura del Estado Mayor, que hace dos semanas envió una carta a Panetta defendiendo la revocación del veto. "Ha llegado el momento de rescindir la orden directa para excluir a las mujeres del combate y eliminar todas las barreras de género innecesarias en el servicio", decía la misiva. El nuevo contexto abre para las mujeres cerca de 230.00 posiciones hasta ahora cerradas, casi un cuarto de todos los puestos de trabajo en el Ejército.

El camino hacia la igualdad en el Ejército ha sido un viaje lento, aunque en el 2012 se produjeron avances importantes. Primero se acabó con el No preguntes, no digas , una norma que impedía a los homosexuales declarados servir en el estamento. Y más tarde se abrieron 14.000 posiciones a las mujeres cerca del frente de batalla. Posiciones como la de oficial de inteligencia o mecánico de tanque. El problema es que esa distancia tenía más consecuencias que las aparentes.

Y es que en algunas ramas del Ejército, como la infantería, es casi imprescindible haber servido en posiciones de combate para poder escalar hasta lo más alto de la jerarquía de oficiales. Este era uno de los argumentos de la demanda presentada en noviembre por la American Civil Liberties Union, en la que se personaron varias militares que han visto frenadas sus carreras al ver cómo Defensa no reconocía su desempeño.

Tanto la Casa Blanca como numerosas organizaciones por los derechos civiles aplaudieron la decisión. "Reconocer la igualdad e implementar la meritocracia ayudará a profesionalizar el Ejército", dijo Anu Bhagwati, la exmarine que dirige Service's Women Action Network .