El primer ataque con drones (aviones no tripulados) de la presidencia de Barack Obama se produjo tres días después de su toma de posesión. Y como sucedería otras veces desde entonces, salió terriblemente mal. Las bombas lanzadas contra un supuesto escondrijo talibán en el norte de Pakistán mataron a 14 civiles, cuatro de ellos niños. "No está contento", escribió Newsweek citando fuentes cercanas al presidente. Pero ni siquiera aquel comienzo tan nefasto logró evitar que Obama hiciera de los asesinatos extrajudiciales la divisa de su política antiterrorista.

Los drones se empezaron a utilizar durante el mandato de Bush, pero con Obama se ha multiplicado por seis su frecuencia. "A mucha gente le preocupa que lo que era una táctica se haya convertido en una estrategia", explica Michael Hanna, analista del The Century Foundation. La CIA ejecuta las operaciones por control remoto en países como Pakistán, Afganistán, Somalia o Yemen, pero es el presidente quien aprueba personalmente cada uno de los ataques. Trabaja sobre una lista negra elaborada por las agencias de seguridad que se ha bautizado como la "lista de asesinatos".

"Es muy preocupante que sea el presidente el que decida quién vive y quién muere", dice Christopher Anders, uno de los expertos legales de la American Civil Liberties Union (ACLU). Según la organización de derechos humanos, más de 3.000 personas han muerto abatidas por los drones desde que Obama es presidente. "Cualquier país tiene derecho a defenderse, pero muchos de los objetivos de esta lista no representan una amenaza directa contra EEUU por más que sean sospechosos de terrorismo o causen problemas en sus países". Estos ataques, dice Anders, son ilegales bajo la ley internacional.

Pese a las dudas éticas y legales que despierta este programa, la Administración de Obama ensanchó el año pasado los límites de quién puede ser asesinado. No solo se trata ya de sospechosos con nombres y apellidos y un historial conocido. También se ejecuta a personas anónimas fuera del campo de batalla cuando su patrón de comportamiento se considera sospechoso. Y se hace aparentemente sin demasiados remilgos para distinguir a los civiles porque, según ha publicado The New York Times , "a todos los varones en edad militar que se encuentran en la zona del ataque se les considera combatientes".

Filtraciones

Todo lo que se sabe de este programa secreto es por las filtraciones de la Administración a unos pocos medios. "Filtran lo que les conviene, así que no sabemos los fallos del programa, el número de víctimas civiles o los estándares legales aplicados", dice Anders. Pero Obama, el exprofesor de derecho constitucional que prometió "restaurar el imperio de la ley" tras los abusos cometidos en la época de Bush, apenas está recibiendo críticas de los republicanos, los medios o de sus aliados europeos. De hecho, su política de seguridad nacional genera confianza.