La toma de rehenes masiva por parte de un comando islamista en una planta de gas de In Amenas, en el sudeste de Argelia, acabó ayer en un baño de sangre. Tras llevar a cabo a sangre y fuego el asalto final contra la instalación, las autoridades de Argel dieron a conocer el primer balance provisional de un secuestro que durante cuatro días ha mantenido en vilo a la comunidad internacional por ser los cautivos de diversas nacionalidades: 23 rehenes y 32 terroristas muertos.

A mediodía de ayer, el Ejército lanzó la ofensiva final para reducir al comando islamista que permanecía atrincherado con un grupo indeterminado de rehenes occidentales. El resultado de la operación engrosó de forma trágica el número de víctimas: al menos siete rehenes y once terroristas murieron en el asalto, según la agencia estatal de noticias (ASP) .

EJECUTADOS En su nota la agencia aclaró que los rehenes fueron "ejecutados" por los yihadistas cuando estos se vieron acorralados por los militares y sin posibilidad de escapar. La pesadilla en la planta de gas se daba anoche por concluida y las autoridades argelinas empezaron a soltar con cuentagotas las primeras informaciones oficiales: 32 terroristas y 23 cautivos muertos. Solo tres de los islamistas muertos son argelinos, el resto tienen diferentes nacionalidades no precisadas .

Sobre las nacionalidades de los rehenes fallecidos no hubo ninguna precisión. El ministro británico de Exteriores, William Hague, informó que cinco ciudadanos británicos "están muertos o desaparecidos". También cinco noruegos. Hay confirmadas víctimas de Francia y EEUU.

EL SECUESTRO MAS GRAVE Otro dato que revelaba la dimensión del violento secuestro -- el más grave al que ha tenido que hacer frente Argelia desde que comenzó la ofensiva yihadista en los años 90-- era el de los rehenes liberados : "685 empleados argelinos y 107 extranjeros", según el comunicado oficial. Además, el Ejército recuperó un importante arsenal que incluye misiles y rampas de lanzamiento.

Entre veladas críticas de la comunidad internacional por la forma en que las autoridades han actuado, el presidente francés, François Hollande, cerró filas con Argel, al estimar que su respuesta fue "la más adecuada" porque "no podía haber negociación con los terroristas".

El complejo de In Amenas se convirtió en los últimos cuatro días en un escenario parecido al de una guerra de guerrillas, después de que el poder militar se negara a negociar con los secuestradores pertenecientes al grupo terrorista del argelino Mojtar Belmojtar --uno de los principales líderes terroristas que lidera una escisión de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI)-- y rechazara claudicar al chantaje de los salafistas. Estos exigían la retirada de las tropas francesas de Mali a cambio de entregar con vida a los extranjeros.

El Ejército argelino tuvo claro desde el principio que no iba a negociar. Una cesión hubiera puesto a las plantas de gas y petróleo en el disparadero del terrorismo islamista. Los hidrocarburos constituyen el eje central de la economía argelina, representando el 60% de los ingresos del Estado.

Precisamente, el régimen argelino ha desistido en apoyar abiertamente la intervención de Francia en Malí por temor a represalias contra sus instalaciones de gas y petróleo. Pero Argelia no es capaz de vencer a la amenaza mientras siga compartiendo 1.200 kilómetros de frontera porosa con el norte de Mali, un hervidero de yihadistas, la mayoría de ellos de nacionalidad argelina.