Tras dos días apartado de la campaña, si se ignoran los malabarismos que hizo el martes en Ohio para transformar un acto electoral en un evento de recaudación de fondos para las zonas devastadas por el huracán Sandy , Mitt Romney volvió ayer a la carretera. Lo hizo en Florida, un estado que necesita ganar para despejar su camino hacia los 270 votos electorales y donde las encuestas le dan una ventaja mínima de un punto. Desde allí el candidato republicano prometió cambio y consenso en Washington, dos de los eslóganes que catapultaron a Barack Obama a la Casa Blanca hace cuatro años.

Mit Romney abrió su comparecencia en Tampa acordándose de las víctimas del Sandy antes de entrar de lleno con su mensaje para esta recta final, donde los candidatos tendrán que desdoblarse en los nueve estados bisagra que decidirán las elecciones para recuperar el tiempo perdido con la tormenta. "Yo voy a traer cambio, una verdadera reforma y una presidencia que nos unirá", dijo el líder republicano. No muy lejos de allí hizo también campaña el vicepresidente, Joe Biden, que no ha esperado a Barack Obama para volver al tajo. El presidente reanudará hoy sus actos electorales con visitas a Nevada, Colorado y Ohio.

LA CONTROVERSIA Obama ganó esos estados en el 2008 y su campaña ha definido los esfuerzos de Romney como "maniobra desesperada" para dar con un camino a la victoria. Pero la verdadera controversia del día vino con un anuncio emitido en Ohio por la campaña de Romney, que sugiere que el rescate del automóvil no benefició a los trabajadores del estado sino a China. Concretamente dice que Chrysler, controlado por la italiana Fiat, pretende producir sus jeeps en China, una afirmación que negó ayer rotundamente el presidente de la compañía, Sergio Marchionne. En Ohio, el bombardeo de propaganda política está siendo tan brutal que la gente ha dejado de prestarle atención, pero es también un estado muy proteccionista, donde la palabra China pone los pelos de punta.